Muchas mujeres crecimos con los medios de comunicación tradicionales. De los libros, el cine y la televisión recibimos mensajes de los que no siempre eramos consciente.

Desde las películas de princesas hasta las de Woody Allen; desde novelas rosas que leí a medias en la escuela, hasta las historias distópicas de Orwell y Huxley. La mayoría tienen algo en común: la reproducción de los mitos sobre el amor romántico.

Para Coral Herrera, fundadora del Laboratorio del Amor, dos de los principales mitos sobre el amor romántico son el príncipe azul y la princesa maravillosa. Ambos personajes se basan en una división de roles sexuales (él es el salvador y ella es su recompensa) y estereotipos de género: él es valiente y ella es miedosa, él es fuerte y ella es indefensa, él es dominador y ella es sumisa.

Una consecuencia de esos mitos es el sufrimiento, el cual asumimos como parte normal y natural de las relaciones amorosas. De ahí la importancia de identificar las creencias que hemos aprendido y empezar a quitárnoslas de encima, poco a poco.

El Doctor en Psicología Carlos Yela, en La otra cara del amor, enlista 10 mitos que son un buen comienzo para empezar a analizar nuestras propias relaciones:

1. El mito de la media naranja.

La creencia de que elegimos a nuestra pareja predestinada y que ésa es la única relación posible.

Creo que nos irían mejor las cosas si alguien nos explicara desde pequeños que nadie necesita a otra persona para completarse, que somos personas completas y que tener pareja es una elección personal y no un requisito indispensable para encontrar la felicidad.

Además de esto, es un hecho que no solo existe una persona que encaje con nosotros situada por el destino en algún lugar del universo, sino que nosotros somos responsables de elegir cuales son las características que queremos que tenga la persona susceptible de compartir nuestro proyecto de vida.

Y lo más más probable es que haya bastantes personas en el mundo que cumplan nuestras expectativas y sean posibles candidatos de los que enamorarnos.

 

2. El mito de la exclusividad.

Pensar que es imposible que nos enamoremos de dos (o más) personas a la vez.

Este mito enuncia que si estás enamorad@ de tu pareja no deben atraerte otras personas.

Ser fiel es una decisión y un coste que asumimos a cambio de los beneficios que nos ofrece una relación de pareja estable.

Sin embargo, a lo largo de nuestra vida vamos a conocer a muchas personas y es absolutamente normal que nos sintamos atraídos por otras personas que no son nuestra pareja.

Esto no debe suponer ningún problema, siempre y cuando asumamos que es algo normal y no le demos más importancia de la que merece.

 

3. El mito del emparejamiento.

Creer que el concepto de la pareja es natural y universal y, además, que la monogamia existe en todas las épocas y culturas.

El amor esta condicionado en parte por factores sociales y culturales, y la cultura en la que vivimos nos presenta un prototipo de pareja que en la mayoría de las ocasiones aceptamos como si fuera el único que existiera en el planeta tierra.

No decimos que sea malo aceptar ese prototipo de pareja y ceñirnos a el (Probablemente hacerlo sea lo más adaptativo y lo que menos coste implique) pero sí  señalamos que aceptar esta creencia como universalmente válida puede dar lugar a conflictos internos en aquellas personas que en algún momento se desvíen de algún modo de esta normativa (personas solteras, que se enamoran de una persona de su mismo sexo, o de varias personas a la vez, etc.)

 

4. El mito de la fidelidad.

Creer que todos los deseos pasionales, románticos y eróticos se deben satisfacer con una única persona: la pareja.

 

5. El mito de los celos.

La creencia de que los celos son signo de amor, indispensable en el amor verdadero.

Los celos NO son signo de amor, sino de inseguridad y dependencia. Además son una de las emociones que más pueden deteriorar una relación de pareja.

Una relación debe basarse en la libertad y en la confianza y aunque los celos pueden aparecer jamás deben sobrepasar ciertos limites.

Si desconfías de tu pareja, lo mejor que puedes hacer si tras pensar posibilidades alternativas a que te está engañando no logras tranquilizarte, es sentarte a hablar con ella, sin reproches, sin acusaciones y exponiendo con calma tus dudas.

Pero nunca entres en una dinámica de comprobaciones (mirar teléfono, email, interrogatorios) ya que con esto no lograrás nada, pues siempre habrá más cosas que podrás comprobar y puedes terminar por minar la paciencia de la otra persona.

Nadie te va a poder asegurar al 100% que tu pareja no te está siendo o te va a ser infiel, pero si quieres tener una relación sana tendrás que aceptar ese riesgo y lograr que la incertidumbre no abrume tu mente.

 

6. El mito del matrimonio.

Aceptar que el amor romántico siempre debe conducir a la unión estable de la pareja.

Tenemos la idea de que la cumbre de toda relación de pareja debe ser la convivencia o el matrimonio. Y aunque la mayoría de las personas es lo que buscan, no debemos aceptar de manera automática que este debe ser el fin de toda relación.

En ocasiones cuando por determinadas cuestiones la convivencia o el matrimonio se hacen inviables (relaciones a distancia, trabajos sin una estancia fija, incompatibilidad de caracteres para convivir, persona casada anteriormente, etc) damos por sentado que esa relación ya no tiene sentido.

Puede que estemos en lo cierto y que esa relación ya no vaya a ningún lado, pero también puede que hayamos tomado esa decisión simplemente porque su fin no es la convivencia o el matrimonio.

Debemos determinar si seguir o no en una relación en función de la satisfacción que ésta nos aporta y en función de si está alineada o no con nuestras expectativas de vida, pero no en función de algo que nos han impuesto que debe ser el culmen de la relación, sin al menos pararnos antes a pensar si estamos de acuerdo o no con esa imposición.

 

7. El mito de la pasión eterna.

La idea de que la pasión y el romanticismo de los primeros meses de una relación debe perdurar para siempre.

 

8. El mito de la omnipotencia.

En muchas ocasiones el cine, las novelas, las series, etc… nos muestran dos personajes enamorados que tras superar numerosas dificultades logran al fin estar juntos. Implícitamente nos están dando este mensaje “Al final el amor siempre triunfa” “El amor todo lo puede”

Sin embargo, esto no siempre es cierto.

Hay personas que por mucho que se quieran no les hace ningún bien estar juntas. Carácteres opuestos, diferentes expectativas de vida, problemas del pasado sin resolver, etc., pueden hacer que se acabe la paciencia antes que el amor.

Aceptar este mito como cierto puede hacer que aguantemos actitudes intolerables ya que al final todo se arreglará y triunfará el amor.

Sentimos decirte que esto no siempre ocurre (a veces sí) y que en ocasiones aunque sea duro lo mejor que puedes por tu amor propio e incluso por el amor hacia la otra persona es alejarte de ella.

 

9. El mito de la equivalencia.

Pensar que “amor” y “enamoramiento” son equivalentes y que, si una persona deja de sentirse apasionadamente enamorada, es mejor terminar la relación.

 

10. El mito del libre albedrío.

La idea de que nuestros sentimientos amorosos son solo internos y no están influidos por factores sociales, biológicos y culturales ajenos a nuestra voluntad y conciencia.

Si conseguimos revisar nuestras creencias, derribar estos mitos y construir relaciones de pareja basadas en la libertad, el respeto y partiendo del amor por uno mismo, tendremos muchas más posibilidades de lograr la plenitud y la felicidad en el terreno amoroso.

Con información de Psicorumbo Actitud FEM

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