La periodista Guadalupe Camacho nos comparte una experiencia que le acaba de suceder. Acaba de conocer a una mujer que está pasando por un embarazo no planeado, no deseado, y además forzado.
Aunque no lo crean, aun existen este tipo de situaciones, sin embargo las mujeres deben saber que no están solas, que pueden acceder a asesorías legales con nuestras aliadas de GIRE y a servicios accesibles de anticoncepción e interrupción legal del embarazo con Marie Stopes.
En la clínica a la que acudo conocí a Gia. Comenzamos la conversación en la sala de espera porque mi hijo estaba muy interesado en su vientre. “Mamá cuántos bebés tiene ella”, preguntó; y Gia —que habla sólo inglés— alcanzó a medio entender. “Una niña”, respondió un tanto seria, pero amable. Nosotros sonreímos ante su respuesta y mi hijo comenzó a saltar de alegría —está en la etapa en la que le encantan los bebés pequeñitos—. Y allí comenzó a platicarme su historia…creo que tenía ganas de desahogarse.
Gia tiene 23 años y 8 meses de embarazo, ella no quería ser mamá y cuando le propuso —meses atrás— a su novio la opción del aborto, el hombre dijo que no estaba de acuerdo, pero tampoco se haría responsable porque tampoco estaba seguro que ese bebé fuera de él.
Pasaron los meses entre reclamos, enojos y reconciliaciones entre ella y su ahora ex-novio. Gia entonces decidió dar a su nena en adopción, ya incluso tenía a una pareja que estaba muy interesada en la pequeña. “El matrimonio era espectacular, ella doctora y él farmacéutico, vivían en otro estado y tenían todo para criar a la bebé, entonces firmaríamos un contrato para ceder los derechos de la patria potestad, cuando le pedí a mi ex su firma, él nuevamente se negó.”
“Así que no pude darla en adopción, me dijo un abogado que el padre biológico tenía que estar de acuerdo o si no pelearía la patria potestad”… “a partir de entonces me sentí morir, quería desaparecer, regresar el tiempo atrás. Me odio a mi misma porque me embaracé, por perder la oportunidad de concluir mis estudios, por tener sexo con ese chico y porque ahora todos me señalan, incluyendo a mi familia y amigos, me siento sola y perdida”, me confesó.
La verdad no supe qué decirle. Me parece increíble que haya hombres así. “¿Quieres una menta?” le ofrecí un dulce y ella lo aceptó. “¿Qué plan tienes ahora?”, alcancé a preguntarle. Respondió: “Ninguno, por ahora voy planificando con el día a día”. En eso estábamos cuando la llamaron de la puerta de la psiquiatra. Pasaron dos minutos más y mi hijo y yo pasamos con la pediatra y ya no tuve oportunidad de despedirme de esa joven mujer que está embarazada, sola, profundamente lastimada, pero tomando sus terapias psiquiátricas.
¿Qué debería hacer una mujer para afrontar esta situación? ¿las mujeres que no querían ser madres, pero están embarazadas deben tomar terapias psicológicas y psiquiátricas? y al reflexionar en ello me viene a la mente la mujer que hace poco quiso suicidarse, junto con su hijo de tres años, al arrojarse a las vías del Metro de la Ciudad de México; y que tras ser salvada fue recluida en la cárcel. También pienso en las madres que terminan usando drogas, en aquellas que ejercen violencia infantil, en las que abandonan, en las calles, a sus recién nacidos en cajas, en las que tienen que trabajar en las principales avenidas con sus hijos cargando en hombros, en las que aceptan una relación con un hombre violento que —al paso del tiempo— se vuelve su verdugo y también el sus hijos: “padrastro mata a golpes a nene de dos años”.
La presión social para con la mujer embarazada o la que ya es madre es muy, muy alta. “Las madres aman a sus hijos, incluso dan la vida por ellos, la madre es un ser lleno de amor, de fortaleza y de lucha”. En contraste, los hombres saben escaparse de la responsabilidad de la paternidad bajo cualquier argumento.
Con información de la periodista Guadalupe Camacho.