Guadalupe Camacho nos comparte esta reflexión:

No es la primera vez que escucho decir: “No, no te pareces a tus hermanas, una es muy rubia y la otra muy morena; tampoco entre ellas se parecen”. Y tienen la razón, mi hermana mayor es muy blanca y la menor muy morena, pero somos del mismo padre y madre, lo dice la genética. Aún así, un número importante de personas ha juzgado a mi mamá por tener hijas tan diferentes.

Lo mismo le ocurrió a mi abuela paterna, que tuvo 12 hijos, los varones eran rubios —de ojos verdes, azules o grises— y sus hermanas todas fueron morenas y de baja estatura. Recuerdo que mi hermana menor fue rechazada numerosas veces por la familia de mi papá y por él mismo porque es morena. ¡Terrible! ¿no?

Hace como 10 años, nos sometimos a unos estudios para precisar cuál de las tres hermanas era más compatible con mi papá y resultó ser mi hermana menor, a pesar de no parecerse físicamente a él. ¡Claro! sólo se parecen en la histocompatibilidad o el conjunto de proteínas que existen en la superficie de ciertas células del organismo y que son esenciales al momento de dar un trasplante. También tiene el mismo grupo sanguíneo que él. ¡No, mi hermana menor no le donó nada a mi papá! Él se lo ganó tras 35 años de tanto rechazo.

Mi padre es un hombre rubio, de ojos verdes y pecas. Mi madre una morena de fuego, delgada y de cabello rizado. Entonces, ¿por qué nos quieren ver iguales a las hijas? ¡Ni que fuésemos clones! ¡La biología reproductiva no es un copy / paste!

Lo mismo le ocurre a unos amigos: Cami (de 10 años) y Mateo (de 8 años) que son hermanos; ella es muy morena y él es blanco. Y constantemente escucho cómo cuestionan su lazo familiar. ¿De verdad son hermanos? ¿Del mismo padre y de la misma madre? ¿Pero tú a quién te pareces? ¿Tú te pareces a tu abuelo, no? ¿Y tú a tu abuela o a tu mamá?

Por favor, no pregunten pendejadas y dejen a los niños vivir contentos, vivir en paz sin cuestionarse por qué no se parecen entre ellos, por qué son tan diferentes. Allí va otra petición, no juzguen la integridad sexual de una mujer que tiene hijos que no se parecen, que no son idénticos, que no son iguales, que no tienen el mismo aire familiar. ¿A ti qué te importa? Y si son de otro padre a ti ¿qué putas te importa?, y si abuelearon ¿a ti qué te importa?

Las mujeres tenemos hijos únicos, perfectos, diferentes y geniales. Así que, por favor, dejen de buscarle 5 pies al gato, y que viva la diferencia, el éxito está en la mezcla perfecta. Con ello, me viene a la mente un amigo de Brasil, Edson, quien es blanco, de padre negro, de madre hermosa, de abuelos diversos (una indígena, una mulata, un español y un mestizo) y de primos coreanos, brasileños e italianos. Y todos viven felices sin preguntar a quién putamadretepareces.

Por Guadalupe Camacho, periodista y académica mexicana para Marie Stopes

Entradas recientes