¿Por qué confiarías en un adolescente para criar a un niño, pero no para abortar?
Es irracional e ilógico esperar que las adolescentes crien hijos, o den a luz y los pongan en adopción, pero no que consideren abortar. Las leyes que restringen el acceso de los adolescentes a los servicios de aborto no tiene sentido lógico. Es tiempo de derogarlas todas.
Por Jessica Valenti para The Guardian
Lidiar con un embarazo no planeado ni querido es una difícil experiencia para cualquiera. Pero para los adolescentes, los malabares van en aumento, pues cada vez se enfrentan a barreras legales y financieras para tener acceso al aborto; “difícil” se convierte en imposible. Y no debería ser.
En Estados Unidos, 21 estados requieren el consentimiento de los padres antes de que un adolescente pueda tener un aborto; 13 requieren que por lo menos un padre debe estar notificado; y en 5 estados, ambos padres deben estar notificados y dar su consentimiento. ¿Los estados que no requieren notificación y consentimiento de los padres? Cero.
En México, sólo en el D.F., los menores de edad deben notificar a un mayor de edad de su entorno familiar para evitar problemas legales, pero en el resto del país es un poco más difícil el acceso debido a las diversas causales. Algunas clínicas en el D.F. solicitan que acudan con un familiar mayor de edad o con sus padres, otras solicitan un permiso escrito firmado por ellos junto con alguna prueba física como copias de sus credenciales de elector o de sus actas de nacimiento.
Por otro lado, organizaciones sociales como Marie Stopes en el D.F. sólo solicitan que el menor de edad sea acompañado por un adulto, no importa si es un familiar o no.
Si nosotros creemos que los jóvenes son lo suficientemente maduros para ser padres, o responsables de llevar a buen término un embarazo, o lo suficientemente conscientes para tomar la decisión de poner al bebé en adopción sin la intervención judicial o de los padres, también tendrían que tener el derecho de decidir si tener o no tener un procedimiento médico de 10 minutos.
Pero los legisladores insisten en promulgar cada vez más controles entre una mujer joven y su habilidad para decidir cómo será el resto de su vida o cómo podría ser su vida.
En Texas, por ejemplo, hay nuevas reglas de gobierno: las derivaciones judiciales para abortar, las cuales permiten que los jóvenes consigan la autorización de aborto de un Juez más que de sus padres. La Suprema Corte de los Estados Unidos previó que el procedimiento de la derivación judicial debía ser anónimo y expedito, pero las nuevas reglas en Texas requieren que los adolescentes den al Juez sus nombres y direcciones, además que no da ninguna fecha límite para aprobarlo. Eso significa algún Juez en contra del derecho a decidir sobre sus cuerpos, podría renunciar a tomar una decisión sobre si debe permitir o impedir el aborto de una adolescente en el tiempo necesario para asegurarse que esté fuera de los tiempos en que podría conseguir uno.
Múltiples estudios han mostrado que a mayoría de los menores que solicitan un aborto lo han consultado con sus padres y aquellos que no lo hicieron temían ser maltratados físicamente. Muchas veces la chica es víctima de violación, a veces es incluso su padre o custodia quien dejó embarazada a la pequeña.
Cuando el Gobernador Abbott firmó las nuevas reglas para la derivación judicial, en vigor desde el verano pasado, Hester describió en el Houston Chronicle a algunas de las mujeres jóvenes a las que su organización ha ayudado: A una estudiante de la Universidad de 17 años cuyos padres habían muerto en un accidente automovilístico; otra chica temía que su religioso padre la asesinara; una más quien sería expulsada de su hogar si su embarazo era revelado.
Un proceso rápido, privado es vital para las jóvenes que se encuentran embarazadas y están realmente temerosas y vulnerables. Esto especialmente necesario porque en su conjunto, las adolescentes tienen más probabilidades de saber más tarde sobre sus embarazos que los adultos y es importante evitar abortos posteriores que son más riesgosos, caros y de difícil acceso.
El deseo de que los padres se involucren en las decisiones de vida importantes para sus hijos es comprensible, pero el proteccionismo parental no puede triunfar sobre el derecho que cada persona tiene sobre su cuerpo y su propia vida.
Debemos acabar con todo tipo de derivaciones judiciales y dejar que las adolescentes decidan por sí mismas si quieren o no llevar a término su embarazo. Después de todo, algunas de las razones por la que ellos se enfrentan a embarazos no deseados es porque los adultos mismos no hemos sabido explicarles bien: no hacemos el control de la natalidad accesible y asequible, les enseñamos ideas ridículas y falsas sobre el sexo. No es una coincidencia que estados que tienen el mandato de la abstinencia solamente tengan las tasas más altas de embarazos adolescentes.
Las políticas puestas en marcha por adultos que conocen poco sobre sus vidas no ayudan a los más jóvenes; pero una decisión informada sí.
A través de la versión en español de Regeneración.