La niña de 13 años y desnutrida, a la que le hicieron una cesárea de urgencia, murió la tarde del miércoles en la UCI del Hospital Perrando, en Chaco (Argentina). El martes había muerto su bebé, que al nacer pesó poco más de 1 kilo. La niña había quedado embarazada tras una violación. La joven sufrió un fallo multiorgánico porque su cuadro era de extrema gravedad: anemia, desnutrición crónica, neumonía. Desde la provincia de Chaco reconocieron que todos los derechos de esta niña fueron vulnerados. Y que el Estado estuvo ausente.
“Todavía no llegamos a todos lados. No alcanza con lo que hacemos. Y en el caso de esta niña se ve claramente, todos sus derechos han sido vulnerados”, explicó a Clarín Liliana Ensina, coordinadora del Programa Provincial de Salud Integral en la Adolescencia. Fue pocas horas antes de que se conociera la muerte de la menor. “Se debe trabajar más fuerte en esa zona. El sistema tiene fallos, y no había detectado el caso de esta niña”, relató Julieta Tayara, subsecretaria de Niñez, Adolescencia y Familia.
Lourdes Polo, abogada de la guardia feminista de Católicas Por el Derecho a Decidir, dijo que “hay responsabilidad del Estado chaqueño por violencia (acto por omisión) y por violar todo los derechos fundamentales: libertad reproductiva, acceso a la salud y a la educación”.
La niña no iba al colegio. Vivía con su pareja en el paraje el Sauzal, ubicado al norte de la provincia del Chaco. El viernes pasado, una tía de 20 años la acompañó hasta el puesto sanitario porque tenía fiebre. El médico que la vio la derivó al hospital más cercano, el Bicentenario de Castelli. No fue suficiente, desde allí la trasladaron al Perrando de Resistencia. La niña, con una infección generalizada, fue directa a la UCI. Una ecografía confirmó el embarazo de 28 semanas.
El martes se realizó una cesárea por el deterioro y riesgo de salud materna y fetal. El bebé sólo vivió unas horas. Tenía infección connatal. 30 semanas de gestación y un 1,300 kilo de peso. La niña apenas alcanzaba los 40 kilos. Su estado era crítico. Su madre murió dos años atrás por una infección respiratoria. Su padre nunca estuvo, o siempre estuvo ausente. Su abuela, que vive a unos metros suyo, cuida de su hermanita de 4 años. Ahora apareció un abuelo. La pareja de la niña nunca se presentó.
Desde la subsecretaría de Niñez hicieron la denuncia penal en la fiscalía de turno. “Denunciamos el abuso sexual de la niña. En la investigación se verá quién es el abusador, pero es abuso por la edad de la joven”, explicó Tayara. Y añadió que en lo que va de año se habían hecho 268 denuncias de abuso de adolescentes entre 13 y 18 años.
“Toda la situación es compleja. La niña y sus familiares sólo hablan wichí [dialecto de la etnia indígena a la que pertenecía la niña]”, explicó Ensisa. Y habló de las todas las complejidades: “Esta niña vivía en un paraje donde hay un puesto sanitario, y allí, si el clima lo permite, cada quince días va un médico”. El resto del tiempo hay un promotor de salud, que son agentes de la comunidad. El agente (no profesional) hace de nexo entre la comunidad y los referentes que de vez en cuando aparecen de algún ministerio.
“La pobreza hace que muchos adolescentes trabajen y dejen la escuela. Y la escuela es lo que marca la diferencia en la educación, la información, el saber”, aseguró Ensisa. Y repasó unas cifras de embarazo adolescente en Chaco: el precoz es del 5,3 por mil (183 niñas de 10 a 14 años) y el tardío llega al 92 por mil (4.400 chicas de 15 a 19 años). “La educación sexual integral es fundamental. En el debate sobre la legalización del aborto escuchamos a todos diciéndolo, pero ahora tenemos grupos que hablan de ‘salvar las dos vidas’ que también se oponen a la educación”, dijo Ensisa. Y recordó que el 80% de los abusos en Chaco son intrafamiliares.
Chaco lidera índices en pobreza y maternidad adolescente. Su situación crítica hizo que la provincia fuera una de las doce elegidas para comenzar con el Plan ENIA (Embarazo No Intencional en la Adolescencia) de la Secretaría de Salud de la Nación. En el país, 109.000 adolescentes y 3.000 niñas menores de 15 años tienen un hijo o hija cada año, lo que representa el 15% de los nacimientos anuales. Se sabe que 7 de cada 10 embarazos en adolescentes de entre 15 y 19 años no son intencionales, que 8 de cada 10 embarazos de niñas menores de 15 años no son intencionales y que la mayoría es consecuencia de situaciones de abuso sexual y violación.
Con información de La Vanguardia.