Dos días duró la estancia de mi mamá en el Hospital de Ginecología del IMSS, durante esos días podía estar con ella apenas tres horas al día.

Durante esas tres horas, un muchacho (de apenas 20 o 25 años) discutía con su mujer, las tres horas se la pasó molestando.

“No estoy de acuerdo, es que te dije que te aguantaras un poco más, ¿qué te costaba?”, se escuchaba una voz masculina del otro lado de la cortina…

“¿Me pasas al bebé?, le voy a dar de comer”, respondía una dulce vocecita de mujer. Pensé que era una niña la que hablaba, porque tenía una voz muy dulce y aniñada.

“Pero respóndeme antes, y ¿ahora qué voy a hacer?”, el chico insistía en obtener una respuesta.

“Lo que quieras. Si necesitas irte, vete y ya. ¿No ves que estoy cansada?”, respondió sin ganas, la mamá recién parida.

“Pero me dicen que no le pueden dar el pase a otro familiar, porque puse mi nombre, soy yo el que tengo que venir a verte y traer lo que te haga falta, así que ni tu mamá puede ayudarte. Aquí no me dejan poner a otra persona, tengo que ser yo”, argumentaba el chavo.

“Pues yo no sé, dame chance de dormir un rato y ¿puedes vigilar a la bebé mientras trato de dormir, por favor?”, respondió la chavita.

“Pero si necesita algo, ¿le llamo a la enfermera o te despierto? Con quién podré hablar para cambiar el pase de visita?”, dijo como respuesta el muchacho.

“Pregúntale a la enfermera, mientras me duermo, ¿Va?”, respondió la chica.

La enfermera llegó después de una hora, la bebé comenzó a llorar y yo acababa de ayudar a mi mamá a bañar.

“No se puede cambiar a la persona de visita, es una área restringida y no es posible, así que usted es el que tiene que venir hasta que den de alta a su esposa y su hija, que será en unos dos días más”, les comentó la enfermera y se fue.

“¿Ya ves?, ¿y ahora cómo le voy a hacer? era la despedida de soltero de mi primo e íbamos con algunos amigos más, ya había pagado todo, ya se fueron y no puedo ni alcanzarlos”, se quejaba el recién papá.

La mamá le dijo: “no mames Rafael parece que parí dos hijos,  pinche chillón, me dan chance de disfrutar a mi hija y te vas a llorar afuera”.

La paternidad es cosa de dos, no solo de la madre. Tener un hijo y las responsabilidades que trae consigo competen a los dos.

Por Guadalupe Camacho, periodista y académica mexicana

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