La Jornada

Tengo derecho a ser y caminar libre y sin miedo. Nos están matando. Ni una menos. Hermana, madre, amiga, compañera.

Esto que acaba de leer está en un cartel de los que circulan con regularidad en las redes sociales y no es gratuito ni de moda. Todos los días, en todo el mundo, mujeres mueren porque otros creen que tienen poder sobre ellas. En Yemen, las niñas se casan con hombres de 40 años y por lo general mueren en su noche de bodas; en Argentina, Lucía, de 16, murió hace unos días porque dos hombres lo decidieron, la drogaron y la violaron ferozmente hasta que su cuerpo no resistió. A Cristal Acevedo, que desapareció hace dos años aquí en Aguascalientes, la fiscalía ya no la busca porque dice que encontró, por casualidad, a sus asesinos, ahora es cosa de ver cómo aplicaron la justicia.

Todos estos, junto con millones más, son delitos violentos de género. Hoy 19 de octubre de 2016, mujeres de toda Latinoamérica harán un paro de labores para visibilizar la violencia de la que somos víctimas. Nos están matando. Si mi vida no vale nada, produzcan sin mí, reza otro cartel. Para cuando alguien lea este texto ya habrá pasado. Y la violencia y los feminicidios continuarán. Ni el paro ni las marchas nos mantendrán a salvo. Ni bajo la protección de la ley estamos seguras, porque la ley se imprime, se publica, se archiva y se olvida.

Decreto Número 366. ARTÍCULO ÚNICO.­ Se aprueba la Ley de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia para el Estado de Aguascalientes […].

Tiene como objetivo, dice, el transformar las conductas políticas, sociales y culturales que justifican y alientan la violencia de género contra las mujeres, aunque las mujeres que están en la política tienen un montón de líos aún para ser tomadas en cuenta las más, las menos serán impuestas por los maridos, por el partido para que estos accedan después a su cargo, así se ha visto con la obligada cuota de género; garantizar la protección institucional especializada de las mujeres víctimas de violencia de género, sin embargo, el Centro de Justicia para Mujeres está hasta la punta del cerro, por lo que no todas tienen las posibilidades de trasladarse hasta él y menos cuando cargan a niños con ellas; debe asegurar el acceso rápido, transparente y eficaz de las mujeres víctimas de violencia de género a la procuración e impartición de justicia, y al nuevo Sistema Penal Acusatorio no le importa que esté contraindicado para los casos de violencia de género, como delitos sexuales, acoso, lesiones o feminicidios, lo que quiere esta ley es conciliar, que no se denuncie, que se llegue a un acuerdo; se deberá reeducar a las personas que ejercen la violencia contra las mujeres, como el caso del feminicida que incendió a su esposa con gasolina y vive en prisión donde su reeducación está en su libro de cabecera: la biblia.

Artículo 5.­ La aplicación de esta Ley, corresponde: I. Al Gobernador del Estado; II. Al Secretario General de Gobierno; y III. A los Presidentes Municipales. Nunca he escuchado de su boca tratar el tema. La implementación de políticas públicas en favor de las mujeres se han visto minimizadas con los trabajos que hace el DIF o incluso los institutos para las mujeres, tanto estatal y municipales, si es que hay de éstos en los municipios, donde la información es escasa y la producción de cobijas tejidas y flanes mucha.

¿Dónde encajamos las mujeres en la ley? Si no tenemos derecho al aborto; si las niñas menores de 12 años que son violadas deben tener el hijo del violador porque los diputados de la LXII Legislatura enviaron una controversia constitucional en contra de la Norma Oficial Mexicana 046 que les evitaba la revictimización; si las mujeres en la cárcel no tienen juicios con perspectiva de género; si no hay prevención, como en el caso de las mujeres que necesitan centros de ayuda contra las drogas y el alcohol, ni un solo anexo en el estado para mujeres, todas ellas son canalizadas al neurosiquiátrico, porque no están enfermas sino locas; ni castigo a nuestros agresores ni justicia; si la impunidad prevalece para con nosotras. Los derechos humanos, los básicos, los apenas logrados, nunca se consolidan. Tengo derecho a conocer sobre mi salud reproductiva pero nadie me habla de eso, por pena, por ignorancia, porque me volveré una puta. Nos están matando, discúlpennos si lo ofendemos.

De camino a casa quiero ser libre, no valiente, una pinta en la pared. El acoso callejero como una burla: antes que diga que alguien la chulea, o si el halago es consensado no es acoso. Porque como en cadena alimenticia, como figura retórica de gradación, esto empieza del acoso a la agresión verbal a la violencia física al feminicidio. De menor a mayor. Eso es lo que se va a visibilizar en el paro, verga violadora a la licuadora, aunque muchos se rían porque por eso mismo la violencia sigue en todos lados, invisible. Las mujeres estamos entre la espada de la sociedad y la cultura, y la pared de la

rebelión y la soledad. O aceptamos el lugar que hemos heredado o nos enfrentamos a todos. Incluso a nosotras. ¿Cuántas veces nos odiamos porque una abandona el redil? Nos discriminamos, nos discriminan ellos. La violencia deja marcas, no verlas deja feminicidios, dice un cartón. Ellos a los que amamos, en quienes confiamos, los que nos humillan y golpean, los que con sus desprecios no provocan tanto dolor como para olvidarnos de nosotras mismas, los que nos orillan al suicidio. Pero nadie la obligó a quitarse la vida, dicen. En una cultura global donde se sigue presentando en el cine, en la música, en la tele, en el Internet la violencia de género como algo normal, legitimada y naturalizada, no hay cabida para un cambio de enfoque porque no vemos lo que hay que cambiar.

Para cuando alguien lea esto, nada habrá cambiado. No habrá sesión extraordinaria en el Congreso para tipificar el feminicidio como delito autónomo, no darán luz verde a la norma 046, no habrá aborto legal porque el obispo no les dará permiso. El próximo gobernador prometió crear la Secretaría de la Familia y nos da miedo pensar qué significa cuando juntan mujer + familia. Los lazos rosas enormes colgarán de los palacios de gobiernos para conmemorarnos.

De madrugada, seguiremos sintiéndonos valientes temerosas, sin dejar de voltear por si alguien nos sigue. ¿Cuál hubiera sido la suerte de Cristal, de Lucía, de las muertas de Juárez, de las del Estado de México si se hubieran defendido? Si la ley no nos protege, hagámoslo nosotros: autodefensa feminista. Nos están matando. Dejemos de votar por quien no nos toma en cuenta, vayamos al Congreso a exigir nuestros derechos y la protección del Estado, y mientras defendámonos con puños, con palabras, con argumentos, con dientes. Tengo derecho a ser y caminar libre y sin miedo. Nos están matando. Ni una menos. Hermana, madre, amiga, compañera.

Referencia:

Ley de Acceso de las Mujeres a una Vida. Libre de Violencia para el Estado de Aguascalientes:

http://www.aguascalientes.gob.mx/gobierno/leyes/leyes_PDF/14032008_102915.pdf

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