La abstinencia sexual no es método anticonceptivo es, para mí, una práctica represora ante la falta de conocimientos en torno a la sexualidad humana. “Yo creo que la mejor educación sexual que le puedo dar a mi hija es que se abstenga, para que no se embarace”, dijo una mujer en la sala de espera del pediatra de mi hijo.
La señora lo dijo tras el término de una muy breve plática que dieron dos educadoras sexuales en torno al mismo tema, especialmente mencionaron la importancia de la prevención del abuso sexual infantil.
La respuesta de las educadoras para con la señora fue contundente: “Puede funcionar la abstinencia sexual durante la primera etapa de la adolescencia, pero no por más tiempo. Lo ideal es educar a los niños (y niñas) de acuerdo a su edad, sus necesidades y madurez”, recomendaron las expertas.
Yo le digo sí a la abstinencia sexual solo cuando se recomienda en casos de procesos médicos tanto para las mujeres, como para los hombres. Es decir, es el médico quien recomienda no tener sexo durante cierto tiempo porque puede ser contraproducente para la salud. Sin embargo, al paso de ese periodo, los pacientes pueden retomar su vida sexual.
Muchas sociedades buscan que haya abstinencia sexual por motivos, especialmente, religiosos, pero también hay razones morales, culturales e incluso por temas psicológicos. Pero no se le puede pedir a la gente que deje de comer, o de dormir. Pues lo mismo ocurre en el tema del sexo; ejercer la sexualidad (y no estoy hablando sólo del coito) es fundamental para mantener una vida sana y plena.
Y sí, la abstinencia sexual es una recomendación inadecuada para los adolescentes y los jóvenes puesto que es la etapa en la que dejan de ser “niños” para entrar al mundo de las hormonas sexuales. Por ello, los jóvenes se besan, se cachondean, se masturban, se “fajan”, se tocan y tocan a otros. Es el momento de comenzar a conocer su cuerpo en el terreno erótico-sexual, por tanto, reprimirlo sólo hará que se frustren y hagan tonterías (fugarse con la primera persona que les “hable bonito”, embarazarse o embarazar en el primer encuentro sexual, enfermarse gravemente por no tener sexo seguro, ser víctima de abuso sexual o trata de personas, y decenas de razones más).
¿Cómo ayudarlos? Con educación sexual. No es ideal decirles que no, más bien es preciso explicarles tres temas básicos:
- El sexo deberá ejercerse con responsabilidad. Con autocuidado y con madurez. Es decir, es fundamental conocer los anticonceptivos, saber de menstruación, entender que ingerir drogas o alcohol antes, durante o después el sexo te hará más vulnerable ante actos que no quieres llevar a cabo.
- El sexo riesgoso trae consecuencias: embarazos no deseados, partos traumáticos y difíciles, cesáreas dolorosas, enfermedades tratables pero otras incurables e incluso es común el rechazo social, puesto que los adultos no les gusta que los jóvenes ejerzan su sexualidad.
- El sexo no es malo, ni sucio mucho menos es pecado. Es una actividad que necesita tu cuerpo, tu organismo para ser feliz y pleno. Sin embargo, “hacerlo” sin conocimiento es como ir a la guerra sin tácticas de combate.
Para ejercer tu sexualidad y evitar que te regañen, te embaraces, o te enfermes es fundamental conocer tu cuerpo. ¿Sabes cuándo son tus días más fértiles? ¿Sabes cómo se coloca un condón? ¿Sabes qué es una píldora de emergencia? ¿Reconoces un pene o una vulva y vagina con herpes o cualquier otra enfermedad de transmisión sexual? ¿Distingues entre un pene con o sin circuncisión? ¿sirve para la sexualidad la circuncisión? ¿Te puedes poner un DIU O SIU sin haber estado embarazada? Todas esas respuestas ( y miles más) tienes que saberlas para tener la certeza de lo que podría ocurrir cuando mantengas relaciones sexuales.
Te recomiendo que leas libros, que le preguntes a los profesionales de la salud (un ginecólogo, un educador sexual o un médico) pueden responder tus dudas, también pide en tu escuela que te brinden información al respecto, o bien puedes solicitar pláticas gratuitas con los voluntarios de Marie Stopes, solo tienes que escribir a educacion@64.227.93.217 y solicitar que vayan a tu escuela. Es tu derecho, ejércelo con responsabilidad.
Por Guadalupe Camacho, periodista y académica mexicana