Las compañeras de La Crítica nos comparten estos puntos de autocuidado feminista. En Marie Stopes te invitamos a aplicar los que te funcionen. Recuerda, la puerta de Marie Stopes siempre está abierta para ti.

Diario busco notas e información sobre mujeres en todo el mundo. Hago una búsqueda para compartir en las redes sociales y para darme una idea sobre qué puedo o quiero escribir en ese día. Además de eso, sigo páginas feministas y de diferentes activismos sociales. Ah, y existo en este mundo. Todo da como resultado que a veces me sienta, no solamente abrumada, sino devastada emocional y físicamente.

Feminicidios, violaciones, trata de mujeres, genocidios, Estados Unidos en general, desapariciones, misoginia, acoso callejero, maltrato animal. Es demasiado. Por eso es necesario el autocuidado, el procurarnos desde todos los frentes para no morir. Les comparto algunas cosas que me sirven a mí cuando siento que llegué a mi límite, espero que les sirvan.

 

Respirar: en todos lados nos lo dicen, lo leemos y lo escuchamos, pero es que de verdad sirve. Durante mis ataques de ansiedad, lo único que me sirve es respirar conscientemente, a veces por tiempos. Inhalar contando a 5 y exhalar contando 5, también contener la respiración 10 segundos, apretar todo el cuerpo y luego exhalar y soltarlo. Estos son ejercicios que aprendí en mi práctica de Yoga, pero también que me recomendaron en terapia.

 

Desconectarse: sí, a veces suena como que está difícil, especialmente porque a veces trabajamos la mayor parte del tiempo desde nuestros aparatos electrónicos o no tenemos horarios fijos, pero unos minutos al día de soltar todo eso no nos van a retrasar en nuestras actividades. Salir a dar la vuelta, jugar con las mascotas, leer, pintar, escribir, inclusive sólo mirar el techo. Tiempo para nosotras en soledad y posibilidad de despejar la mente.

 

Moverse: cuánto trabajo me cuesta a veces, no porque no quiera, sino porque paso mucho tiempo en la computadora, sentada y me clavo leyendo cosas. Pero me obligo a salir todas las mañanas a caminar. Ahora lo disfruto mucho, ya se volvió un hábito y ha sido una diferencia increíble en mi vida. Moverme, caminar rápido, a veces saltar o bailar, cuando llueve o hace mucho frío y no puedo salir. Procuro también pararme a mitad del día y agitarme. Estirar la cuerpa nos conecta con lo que estamos sintiendo físicamente, a darle espacio a los músculos de soltar la adrenalina y las sustancias que secretamos cuando algo nos provoca estrés.

 

Comer e hidratarse: sí, comer y comer bien, comer rico, disfrutarlo, sentir el placer de los alimentos, experimentar nuestra nutrición como fórmula contra el dolor. Consumir lo que nos está pidiendo la cuerpa, reconocer cuándo necesitamos tomar agua, comer frutar. Inclusive la experiencia de cocinar, todo lo que implica sensorialmente.

 

Tener tiempo para la cuerpa: este punto es muy personal, cada una sabe cómo se conecta con su cuerpa, puede ser un baño largo, darse un masaje con un aceite que huela rico, acariciarse los vellitos de las piernas, en fin, algo que implique contacto con la piel de manera consciente, explorarnos y tocarnos con cariño.

 

Hablar: seguramente hay alguien que se siente igual o que te puede escuchar. Habla, expresa lo que sientes, lo que te molesta y te lastima del mundo. No te lo dejes adentro. Si no hay alguien cerca, escríbelo y dialógalo contigo.

 

Llorar: en general, dejar que las emociones fluyan sin juzgarnos por ello. Llorar es tan necesario como reír y no está mal. No es algo dañino, al contrario, guardarnos las tristezas y los enojos implica después dolores físicos y emocionales que son más difíciles de quitar.

 

Poner límites: esto significa poder separar, dentro de lo posible, lo que pasa en el mundo y con las personas del mundo de nuestra vida personal, que podamos ser para nosotras y no desgastarnos completamente en todo momento del día por lo que pasa. No hay manera de salvar al mundo desde esta idea de que el sacrificio absoluto genera cambios estructurales de la noche a la mañana. En primer lugar, nosotras no estamos para salvar a nadie, podemos contribuir desde nuestras trincheras, pero sin límites, regresamos a este papel de cuidado y maternidad obligatoria impuesto por el patriarcado.

 

Generar lazos significativos con otras mujeres: pasar tardes de hedonismo, compartir lecturas, videos, tener espacios seguros para estar, darnos tiempo para estar con ellas y tejer redes de apoyo, soporte y amor.

 

Yo sé que hay días en los que nos sobrepasan todas las violencias que hay a nuestro alrededor y las que caen sobre nosotras, por eso es importante darnos tiempo para cuidar de la cuerpa y la mente. En realidad, son procesos que van de la mano, lo ideal sería que no tuviésemos que estar por reventar para analizarnos y cubrir nuestras propias necesidades.

Cuidarnos transgrede. Transgrede porque implica que rechazamos el destino de dolor y desgaste feminicida que nos rodea. No se trata solamente de sobrevivir, sino que la rabia y la tristeza generen procesos de transformación y catalización alegres, entendiendo la alegría como un motor y no como una máscara, como una seguridad de que la resistencia no es desgaste, sino posibilidad de construcción y liberación.

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