En este momento, mientras usted lee esta entrada al blog, debe saber que dentro de un consultorio improvisado, una mujer se somete a un aborto. Es probable que adquiera infecciones, que sea violada o que muera. Lo que pudo conducirla a esa decisión quizá termine en una discusión que no va a alejarla de la camilla en la que está siendo inyectada antes del procedimiento.

En el Perú se hacen 300,000 abortos al año. Nadie puede negarlo o cambiarlo. No puede decir tampoco que estos no se ofrezcan en carteles que cuelgan de postes y paredes sucias por toda la ciudad. Además de eso ¿podría negar que en su familia más de una mujer se hizo un aborto? Quizá ni siquiera lo sepa y esa misma mujer ha tenido que escuchar tantas veces cómo usted la juzga señalando a otras y cómo la sociedad a la que pertenece  le quita opciones, la llama asesina y además pretende condenarla. Dúdelo por lo menos. Dude no solo de las mujeres, sino de los hombres de su familia que probablemente acompañaron a sus parejas a practicarse un aborto, silenciosos y dispuestos a no volver a hablar más del tema, ni siquiera para apoyar a quienes buscan su legalidad. La mujer que imaginó cuando empezó a leer esta nota, está teniendo una hemorragia y el Estado sigue criminalizando su derecho.

Abortar en el Perú
A diferencia de otros países en América Latina, el Perú tiene una campaña publicitaria y gratuita -digamos de intervención urbana- de lo que podríamos llamar abortos al paso. Es muy simple. Solo debe pasar por cualquier avenida, a cualquier hora y apuntar los números telefónicos que ofrecen los letreros de ‘Atraso menstrual’. Miles de mujeres -incluso menores de edad- ven en estos letreros una única opción a sus embarazos no deseados ya que no se les deja decidir sobre sus cuerpos. El Estado les quita ese derecho y sólo la calle parece devolvérselos a pesar de todos los riesgos.

“Si tienes 200 soles ahorita, no hay problema, si es mes y medio. Si es más, son 300 soles y es con inyección y, bueno, si necesitas una limpieza total -ya con operación- tiene que verte el médico y son 800 soles. Ya depende de ti”.  Al otro lado del teléfono hay una mafia médica que trafica con la salud y la vida de mujeres desesperadas que no van a poder reclamar absolutamente nada. El riesgo es la cárcel. Por lo tanto los médicos -o los que dicen serlo- que trabajan en estos consultorios pueden cometer negligencias, abusos, estafas. Saben que su negocio es seguro porque las mujeres no pueden denunciarlos. Y sobre la impunidad que les brinda el Estado volverán a dejar sus números chillones por las calles. A pesar de todo, siempre habrá quien llame y acuda a ellos.

Ante esto muchas mujeres que tuvieron prácticas abortivas en riesgo han creado redes seguras para informar sobre medicamentos de uso legal con los que se puede tener un aborto. Uno de estos es el Misoprostol, que empezó a venderse en Brasil en 1986 para pacientes con úlceras. De inmediato fue prohibido para embarazadas porque les provocaba pérdidas. Por lo mismo empezó a usarse para ese fin. Sin embargo al no tener mayor información muchas mujeres llegaban a los hospitales con abortos incompletos y hemorragias. Ante su demanda las instituciones médicas hicieron investigaciones sobre su uso seguro y el Misoprostol empezó a usarse como abortivo casero en todos los países de América Latina.

En el Perú, el Misoprostol aparece en 1990 y  lo más importante: de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), el medicamento es seguro. Con la información correcta las mujeres pueden usar Misoprostrol como abortivo y recuperar el derecho a decidir.

¿Un libro sobre cómo abortar con Misoprostol?

Sí. La Colectiva por la Libre Información de las Mujeres (CLIM) acaba de publicar “Hablemos de aborto y Misoprostol”, – a secas: una guía para tener un aborto seguro en casa. A este libro van a seguirle todas las críticas, toda moral, incluso los comentarios de quienes mascan en la religión su abandono a un problema real, pero no por eso va a dejar de ser un apoyo importante para mujeres poco informadas que ya decicieron abortar y no quieren morir. ¿Cuantas, que pasaron por un consultorio clandestino, hubieran deseado tener esta información?  Me arriesgo a decir que todas.

La CLIM es parte de una la Red de experiencias autónomas en aborto seguro que agrupa líneas telefónicas en Ecuador, Chile, Argentina, Venezuela. Desde el 2010 el colectivo trabaja en la línea informando a las mujeres cómo usar el medicamento en Perú. Si usted llama le dirán cómo usarlo, en qué cantidades, qué pasa durante y después de ingerirlo. En dosis indicadas para embarazos de hasta doce semanas el medicamento simula un aborto espontáneo y sin riesgos. Todas las preguntas sobre el Misoprostol están en este libro, que es además parte de la lucha por la salud, autonomía y el acceso a información frente a la manipulación de una moral que sirve más a la política y a la religión que a las mujeres de este país.

CUADRO

“Hablemos de Aborto y Misoprostol” compila información fundamental de estudios médicos sobre aborto y el medicamento, y sistematiza la experiencia de la Línea Aborto Seguro en un lenguaje claro, directo y sin prejuicios. El libro ha sido construido de manera colectiva mediante talleres con organizaciones sociales de base y activistas durante todo el 2013, nutriéndose así de experiencias diversas y del conocimiento compartido por las mujeres sobre el Misoprostol.

 

Si te interesa el libro, en este enlace lo puedes consultar.

Recuerda que en México, en la CDMX el aborto es tu derecho y es legal hasta las 12 semanas de gestación. En Marie Stopes te acompañamos.

Con información de Diario 16

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