El dilema entre el matrimonio homosexual y el aborto voluntario.

Una mujer en Sudamérica podría casarse fácilmente con alguien de su mismo sexo, pero enfrentaría restricciones legales si quisiera abortar de manera voluntaria. En contraste, una mujer en Asia factiblemente no tendría problemas con la justicia si decidiera abortar voluntariamente, pero podría incluso ser encarcelada en caso de tener relaciones sexuales con otra mujer.

Las reglas que limitan las uniones homosexuales y el aborto voluntario han seguido una tendencia expansiva en el tiempo. Sin embargo, el perfil de países que ha relajado estas restricciones no es el mismo para ambos casos. Las naciones democráticas se han mostrado menos renuentes a legalizar los matrimonios entre personas del mismo sexo, pero con frecuencia han dejado la legalización del aborto voluntario en un segundo plano. En contraste, en autocracias el matrimonio gay es aún algo prácticamente impensable; pero aquí se incrementan las posibilidades de abortar voluntaria y legalmente.

Una dictadura comunista fue la que despenalizó el aborto voluntario por primera vez: Corea del Norte en 1950. Fue una democracia consolidada la que legalizó por primera vez la unión de personas del mismo sexo bajo la figura de matrimonio: los Países Bajos en 2001.

A la fecha, 19 países tienen leyes en vigor a nivel nacional para permitir matrimonios homosexuales, mientras que en 58 no hay restricciones para abortar voluntariamente. Comparado con los movimientos pro-choice, la comunidad homosexual se ha destacado en los últimos años por su efectividad para empujar una agenda de igualdad de derechos: desde 2012, cada año se agregan en promedio tres países a la lista de naciones que permiten el matrimonio gay. En cambio, la despenalización del aborto ha perdido fuerza en tiempos recientes: el número de países que ha cambiado el status legal para que el aborto sea voluntario se mantuvo constante desde el 2012.

Hay de autocracias a autocracias…

De primera impresión parecería que ha sido exitosa la lucha por expandir los derechos, tanto de las mujeres como de los homosexuales. En democracias, tendemos a pensar ambas agendas como agendas de derechos que transitan por la instituciones formales democráticas, sea el legislativo o el judicial, por ejemplo; y vemos en su consecución un triunfo de la expansión democrática de derechos. Sin embargo, esta asociación es más compleja en países autocráticos, en los que claramente la agenda gay y la equidad de derechos que implica, está ausente; mientras que por el contrario, muchas autocracias se encuentran entre las primeras en legalizar la interrupción voluntaria del embarazo en el mundo (i.e. Corea del Norte, 1950) y en las que se aborda más como un tema de salud pública que de titularidad de derechos.

Debido a que las razones para permitir el aborto voluntario son distintas a la expansión de derechos en las autocracias, no sorprende que ahí el matrimonio gay esté a años luz de volverse realidad. Aun así destaca que todos los países autoritarios permiten el aborto bajo alguna condición.

El único país clasificado como no democrático que permite el matrimonio gay y el aborto voluntario es Sudáfrica. Sin embargo, esta nación está categorizada como una autocracia no por sus prácticas autoritarias, sino porque no ha habido alternancia del partido que ostenta el poder desde su arribo en 1994. En la clasificación de regímenes, se clasifica procedimentalmente a los países democráticos, ante la duda (i.e. un partido que no pierde elecciones), se opta por clasificarlo como autocracia (fuente: Cheibub, Gandhi, y Vreeland; 2010)

Las preocupaciones de una persona homosexual en los países autoritarios se centran en no acabar en la cárcel o en evitar ser condenado a la muerte. Uno de cada diez países autocráticos impone la pena de muerte como castigo a las prácticas homosexuales. Además, la mitad de estas naciones tienen establecida alguna ley que castiga con prisión las relaciones entre personas del mismo sexo.

La mezcla simultánea entre prácticas homosexuales penadas con cárcel y la opción de abortar voluntariamente se encuentra presente en dos repúblicas de la ex Unión Soviética, Uzbekistán y Turkmenistán; así como en Guyana, Túnez y Singapur. En este último, los castigos legales sólo aplican para los hombres.

Pues sí, también hay de democracias a democracias…

No hay un solo país que castigue legalmente las prácticas homosexuales en territorios europeos. Más de la mitad de las naciones que permiten el matrimonio homosexual se encuentran en el viejo continente; al igual que tres de cada cuatro naciones que permiten alguna forma de unión civil entre personas del mismo sexo distinta al matrimonio. Notoriamente, hay 29 democracias que castigan con la cárcel la homosexualidad (ninguna de ellas permite el aborto voluntario, por cierto), y hay una democracia que además contempla la pena de muerte para homosexuales: Nigeria.

Malta, por ejemplo, es uno de los países en los que los derechos de las personas del mismo sexo incluyen las uniones civiles. Sin embargo, en esta isla al sureste de Italia los derechos de las mujeres han quedado relegados: el aborto está prohibido bajo toda condición, incluso si la vida de la mujer corre peligro.

Algo similar ocurre en Andorra e Irlanda. Ambas naciones contemplan leyes que permiten alguna forma de unión entre personas del mismo sexo; pero una mujer que haya sido violada o cuyo feto tuviera alguna malformación no podría abortar aquí. La única causal contemplada para el aborto es en caso de que la vida de la madre esté en riesgo.

La prohibición legal del aborto bajo toda condición está ausente en países que restringen los derechos, pero presente en naciones que deberían garantizarlos. Hay cuatro naciones además de Malta con estas prohibiciones estrictas y todos están en América Latina.

A partir de octubre de este año, Chile comenzará a celebrar uniones civiles entre homosexuales. Pero este es uno de los países en los que no hay causal por la cual una mujer pueda abortar. El Salvador, Nicaragua y República Dominicana completan la lista. Resulta que estos tres países sufrieron un retroceso en términos de derechos de la mujer ya que en las dos décadas pasadas se pasó de permitir el aborto bajo algunas condiciones a prohibirlo tajantemente: primero en El Salvador (1998), luego en Nicaragua (2006) y por último en la República Dominicana (2009).

Así, hay 14 democracias que permiten uniones o matrimonios entre personas del mismo sexo, sin permitir la interrupción voluntaria del embarazo; por su parte 27 democracias permiten lo segundo sin permitir lo primero; mientras que 12 permiten ambos. En contraste, no hay una sola autocracia que permita uniones o matrimonios gay sin permitir el aborto voluntario; mientras que 18 de ellas permiten el aborto voluntario sin uniones o matrimonio entre personas del mismo sexo, y de ellas, 5 de hecho castigan con la cárcel la homosexualidad.

Cristianos, musulmanes y ateos

La afiliación religiosa dominante en cada país se relaciona con las limitaciones a las que están sujetos los homosexuales y las mujeres. Los países predominantemente musulmanes son los más conservadores; las naciones más liberales tienen una mayor proporción de la población sin afiliación religiosa; mientras que los cristianos se encuentran en un punto intermedio.

La agenda de las naciones con predominancia cristiana es cada vez más liberal en cuanto a las uniones homosexuales, pero persiste una renuencia a despenalizar el aborto. El único país con uniones civiles para los homosexuales y prohibición total del aborto, Malta, tiene una larga proporción de adeptos en religiones cristianas (97%). El cristianismo/catolicismo es también la religión adoptada por casi 9 de cada 10 personas en el conjunto de Chile, República Dominicana, El Salvador y Nicaragua (donde el aborto está prohibido, pero no hay castigo a las prácticas homosexuales).

En Nigeria, país en donde la mitad de su población es cristiana, las prácticas homosexuales están penadas con la muerte y el aborto es permitido sólo en caso de que afecte la salud física y mental de la madre.

El peor escenario para una persona homosexual es vivir en un país predominantemente musulmán, ya que ahí las prácticas homosexuales suelen estar penadas con cárcel o con pena de muerte. Sin embargo, no hay ninguna nación con predominancia musulmana que tenga restricciones totales al aborto. Túnez, Uzbekistán y Turkmenistán son las tres naciones que tienen una población mayoritariamente musulmana, que permiten el aborto voluntario, pero que castigan con cárcel las prácticas homosexuales.

El extremo opuesto se presenta en los países en donde la mayor proporción de su población no profesa ninguna religión. Aquí las prácticas homosexuales no están penadas y la práctica del aborto suele estar permitida sin restricción alguna o bien por razones sociales o económicas. Es clarísimo: los países en el sector superior derecho (gay friendly & pro-choice) tienen un porcentaje mucho más alto de ateos que el resto. Se trata pues de naciones con ambas agendas, mientras que como veíamos, los cristianos tienen un sesgo pro-gay y anti-aborto; y los musulmanes… lo contrario.

Más matrimonios, menos abortos

Al día de hoy, hay más países en donde no hay restricciones al aborto voluntario con respecto a países en los que el matrimonio gay es legal. La tendencia para el matrimonio homosexual seguirá al alza en el futuro próximo: las leyes que permiten estas uniones entrarán en vigor en Groenlandia y Finlandia pronto, mientras que en Irlanda se aprobó el matrimonio gay mediante un referéndum. Sin embargo, la agenda feminista ha quedado estancada. Sólo seis naciones han cambiado el status legal del aborto voluntario desde la entrada en vigor de las primeras leyes que permitieron el matrimonio gay, en 2001: Nepal; Suiza; Portugal; España; Luxemburgo; y, Uruguay. Como veíamos antes, en ese mismo periodo 19 países legalizaron el matrimonio igualitario.

Resulta irónico que la prohibición total del aborto se encuentre presente en países democráticos, cuando no existe ni una sola nación autoritaria que los prohíba tajantemente. Si de algo nos da luz este texto es que los derechos no siempre están garantizados en las democracias, sobre todo si detrás hay grupos religiosos haciendo presión para mantener el statu quo. Sí, pero no deja de ser notorio que esto ocurra particularmente en torno a la agenda de la mujeres y su capacidad para interrumpir voluntariamente su embarazo. Queda por ver si la vitalidad de la agenda gay re-lanzará la agenda feminista o si, por el contrario, la relegará más tiempo a un segundo plano mientras los países y sus habitantes se encuentran ocupadísimos auto-congratulándose por dar acceso igualitario a una institución más bien conservadora, como el matrimonio, mientras la mitad de la población sigue condenada a la clandestinidad para tomar decisiones reproductivas elementales.

Nota metodológica
Los datos sobre las limitaciones a las relaciones homosexuales y al aborto se compilaron por los autores con información de múltiples fuentes. El principal recurso para las primeras fue la página de Equaldex, mientras que para las segundas fue el reporte de la ONU “Abortion Policies: A Global Review”. La información de religión por país se obtuvo de la sección de Religión del Pew Research Center y se cruzó con los datos más recientes de la población global del Banco Mundial (2014). Por último, para el tipo de régimen de cada país se utilizó la clasificación asignada por Cheibub, Gandhi y Vreeland en el 2010.

Se consideraron únicamente las legislaciones que están en vigor a nivel nacional. En las gráficas no están considerados, por ejemplo, los países que ya tienen leyes aprobadas para legalizar el matrimonio homosexual, pero que entrarán en vigor en el futuro (como son los casos de Finlandia y Groenlandia), ni tampoco las regulaciones estatales para generalizar sobre la legislación nacional (como en el caso del aborto voluntario en la Ciudad de México).

Con información de Animal Político.

 

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