El clítoris, órgano del placer femenino que nos permite llegar al éxtasis con un masajeo constante que se acompañe de besos y caricias por todo el cuerpo. El sitio ideal para experimentar lo que a veces conocemos como “muerte chiquita”: perdernos por un instante, olvidar el mundo, postergar todo y dejarnos llevar por un momento duradero que nos haga estallar en pasión.

Una oda no sería suficiente para agradecer al mundo y al universo por tener el órgano ideal para derretirnos en la cama, en la sala, el piso o en el lugar que sea. ¿Cómo podríamos describirlo? Tal vez las palabras no alcanzan para la lo que sentimos cuando algo lo frota, pero a la hora de verlo, no siempre es el mejor lugar para que, estéticamente, sintamos lo que las caricias anhelan.

Un lugar oscuro y siempre húmedo. Con pliegues alrededor que lo hacen extraño, ajeno a lo que para nosotras debería ser otro órgano de nuestro cuerpo. Muchas mujeres no se atreven a mirarlo porque prefieren que sus manos bajen antes de que su vista lo haga. Los senos, bonitos; las caderas, seductoras; pero la vagina, un punto de placer que preferimos no describir. Para los hombres se convierte en un lugar multifacético y erótico que los hace ser dioses por un instante, pero nosotras preferimos no mirar ese sitio peludo e incómodo de nuestro cuerpo.

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La ilustradora Meredith White sabe el complejo que nosotras hemos creado de ese cálido sitio que nos permite deshacernos en un instante. Crecemos con publicidad y medios que nos dicen que las depilemos por completo para darle un aspecto más “cuidado”, en las películas casi nunca observamos ese sitio: los pechos sí, pero la vagina abierta de par en par, nunca.

Sí, las estrellas porno las muestran sin tapujos, pero las demás, se avergüenzan de hacerlo. Y es entonces cuando el trabajo de esta ilustradora re evalúa las normas de belleza para intentar recordarle, tanto a hombres como mujeres, que las vaginas y las vulvas vienen en todos los tamaños, formas, colores y texturas.

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Su amor por las vaginas nació de una descarada rebelión hacia el mundo establecido. Ella rechazaba su cuerpo y anatomía hasta que se dio cuenta de que era hora de pelear nuevamente contra los estereotipos. Cuando comenzó a hacer sus ilustraciones descubrió que eran muchas mujeres lo que sentían lo mismo. Pero después del proyecto, notó que las mujeres se apropiaban de sus figuras salvajemente y de manera completamente renovada y diferente. Vive con la idea de insertar el concepto de que “todas las vaginas son normales, naturales y hermosas a pesar de lo que los medios de comunicación aseguran”.

Cada vagina que aparece en sus ilustraciones hace referencia a una mujer normal: el vello que la acompaña, los diferentes tipos de labios, cada hoyuelo y peca las hace completamente diferentes y ella intenta recrear todo esto en sus ilustraciones.

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Aprender a amar nuestro cuerpo y la manera en la que éste puede ser libre es una tarea que todas debemos retomar. Dejar de sentirnos humilladas y de odiar nuestro cuerpo. Decir: “¡Que se jodan los estereotipos!” y para evitar usar crema de afeitar, navajas o tratamientos quirúrgicos para lograr sentirnos bellas con nuestro cuerpo por el resto de nuestras vidas. Pero las vaginas han dejado de ser objetos sexuales para convertirse en una parte natural del cuerpo femenino por el que no debemos sentir ningún remordimiento.

La belleza femenina es complicada, llena de contradicciones, de peleas con nuestro interior y una apariencia que queremos mostrar hasta el último segundo, pero casi nunca la disfrutamos como debiéramos: sin tapujos ni tabúes, ésa debería ser la verdadera sexualidad femenina.

En Marie Stopes te recordamos amarte, cuidarte, conocerte y reconocer tu belleza. Disfruta del placer con seguridad al usar sábanas de látex en tus sesiones de sexo oral; también te recordamos utilizar un anticonceptivo de largo plazo si no deseas tener un embarazo no planeado.

Con información de Cultura Colectiva.

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