Difiere debate sobre aborto en India.
En Estados Unidos, muchos gobiernos estatales han intentado frenar los abortos al implementar restricciones severas contra proveedores y clínicas, presuntamente para proteger a la mujer, pese a la oposición de la Asociación Médica Estadounidense. Si esos límites se mantienen, se anticipa que aumenten los abortos auto inducidos, llevando a mayores peligros para la salud de las mujeres.
En India, esa historia se desarrolla de una manera curiosamente a la inversa: el Gobierno intenta reducir los requisitos exigidos a los proveedores del servicio para que las mujeres pobres tengan mejor acceso al aborto, mientras que los médicos son los que se oponen a dicho relajamiento de reglas.
El aborto está permitido en India bajo condiciones relativamente liberales —por ejemplo, por el efecto fallido de anticonceptivos. Aunque su estatus legal es poco controvertido, el tema en sí, igual que todas las cuestiones sexuales, es tabú en el País religiosamente conservador. Las mujeres a menudo deben lidiar en secreto con embarazos no deseados, un problema agravado por necesidades no cubiertas de anticoncepción y una subyugación generalizada de género.
La falta de instalaciones médicas adecuadas en zonas rurales y barrios bajos urbanos obliga a muchas mujeres a intentar poner fin a un embarazo por su propia mano, o buscar los servicios de parteras no capacitadas. Ipas, una organización internacional de cuidados para el aborto, calcula que se realizaron aproximadamente 5 millones de abortos en India en el 2013, y más de la mitad de ellos de forma poco segura. En promedio, una mujer india muere cada dos horas debido a esos procedimientos y un número quizás 100 veces más alto termina con discapacidades temporales o de por vida.
En octubre, el Gobierno indio propuso una enmienda que permitiría que los abortos sean realizados por enfermeras certificadas con capacitación especial y practicantes autorizados de sistemas de medicina tradicional y alternativa como ayurveda, unani, siddha y homeopatía (que, junto con la yoga y la naturopatía, son tan generalizados en India que tienen su propio departamento federal, conocido por las siglas Ayush).
Pruebas de viabilidad en India han demostrado que las enfermeras y doctores ayurvédicos realizaron abortos de primer trimestre de forma tan eficaz como los doctores.
Aunque los grupos que abogan por la mujer elogiaron la propuesta, la Asociación Médica India emprendió una enérgica campaña en su contra, al calificar los estudios de viabilidad como negligencia médica. La Federación de Sociedades de Ginecología y Obstetricia de India, que participó tanto en el proceso de enmienda como en el diseño y autoría de uno de los estudios de viabilidad, pronto repudió su propia declaración de política y ahora se opone también a la propuesta.
La razón principal mencionada para esa oposición —la preocupación por la salud de la mujer— es tan engañosa en India como en EU. Los doctores están conscientes de que los kits de fármacos para provocar abortos, al igual que la mayoría de las medicinas de recta en India, están disponibles sin autorización y que su auto administración irrestricta es la causa de grandes números de lesiones y muertes. Al incrementar el acceso e introducir una capa de seguridad a la práctica actual, la enmienda ayudaría a reducir la tasa de mortalidad materna de India, la más alta en el mundo.
Otra objeción es que en vista de la presión sobre las mujeres indias para tener hijos varones, la política promovería más abortos de fetos femeninos. Sin embargo, el género queda determinado en su mayoría durante el segundo trimestre, mientras que la enmienda expande el grupo de proveedores de aborto sólo para el primer trimestre.
Sin embargo, la verdadera raíz de la tensión es que el Gobierno promueve la medicina alternativa como una opción medicamente equivalente, pero más barata que la medicina alópata (moderna).
Hay preocupaciones legítimas contra dar estatus de igualdad a ayush y a la medicina alópata. Aunque los tratamientos ayush pueden serían eficaces para manejar padecimientos crónicos, muy pocos están respaldados por evidencia científicamente rigurosa.
No obstante, los doctores ayush brindan servicios invaluables en zonas urbanas rurales y empobrecidas, donde los doctores alópatas se muestran reacios a ejercer. Un objetivo del Gobierno alargo plazo, consistente con las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud, es integrar los dos sistemas. Esto presenta desafíos éticos y logísticos, así que el progreso podría ser lento y estar marcado por fricción.
Es desafortunado que la enmienda sobre el aborto, con su alcance limitado y claro potencial para salvar vidas, se vea envuelta en estas guerras territoriales más amplias. El Gobierno ha reducido su propuesta para incluir sólo procedimientos inducidos por medicamento, una concesión que los doctores alópatas deberían aceptar. Deberían prestarle atención, incluso si los legisladores estadounidenses no lo han hecho, al hecho de que jugar con temas de salud en la política daña principalmente a los segmentos más pobres de la sociedad.
El Gobierno quiere más proveedores. Los doctores no.
Con información de Reforma 08 de agosto de 2015, sección The New York Times págs 1 y 2.