Amar es sufrir y celar: un estudio detecta creencias muy arraigadas en América Latina que originarían la violencia machista. Proyectos en marcha para cambiarlas comienzan por convencer a los jóvenes de que #NoEsNormal.
Que cuando una mujer dice no, quiere decir sí, cree un 65% de los jóvenes, entre 15 y 19 años, que fueron entrevistados para un estudio de Oxfam. Este estudio, patrocinado por fondos europeos, detecta imaginarios sociales muy arraigados que serían generadores de la violencia machista en América Latina.
Según datos de Naciones Unidas, tres de los diez países del mundo con mayor tasa de violación de mujeres y niñas se encuentran en el Caribe; en 2016 fueron asesinadas 1,831 mujeres por el hecho de ser mujer; en 2017, 2,795.
¿Quién debe cambiar?
En el estudio «Rompiendo moldes: transformar imaginarios y normas sociales para eliminar la violencia contra las mujeres”, patrocinado con fondos europeos, se afirma que si bien es cierto que el 84% de mujeres y hombres jóvenes creen que la violencia contra las mujeres es producto de las desigualdades, no piensan que solucionar el problema está dentro de su ámbito de actuación. El 67% cree que la disminución de las consecuencias del machismo es responsabilidad de los Estados.
«Controlar los contactos de la mujer en la red, revisar su teléfono, sus mensajes, no es percibido como violencia”, explica a DW Belén Sobrino, especialista de Oxfam.
«Tampoco se percibe como violencia que las mujeres tengan que pensar unos veinte minutos en lo que se van a poner de vestimenta cuando tienen que tomar un bus, para evitar que las toquen”, dice Sobrino. El 62% de las jóvenes y el 72% de los jóvenes (entre 15 y 19 años) piensa que una mujer decente no se debe vestir provocativamente ni andar sola por la calle.
Si una mujer está ebria se presta a que un hombre tenga relaciones sexuales con ella aunque esté inconsciente, piensa el 37% de las muchachas y el 40% de los muchachos. Es más: el 72% cree que la violencia está justificada si el hombre ha bebido alcohol.
Tanto ellas como ellos
«Interesante en los resultados es que entre hombres y mujeres no hay una diferencia abismal en los imaginarios. Hombres y mujeres van bastante parejos en cuanto a las creencias”, explica Sobrino. El estudio se enfocó básicamente en población urbana, con estudios secundarios y universitarios. «Especialmente en Guatemala detectamos el racismo hacia las mujeres indígenas”, indica Sobrino.
Según el estudio, el 75% de los jóvenes entre los 15 y los 25 años, sin distingo de sexo, cree normal que los cuerpos de las mujeres sean señalados, apropiados, criticados. ¿Cómo se manifiesta esto? «Les parece normal que un hombre haga piropos o comentarios a las mujeres por la calle”, afirma la especialista.
La idea del amor romántico, según la cual amar es sufrir, es también fuente de creencias que en su momento alimentan el ejercicio de la violencia. Por ejemplo, seis de cada diez hombres creen que aman de verdad si celan a su pareja.
El 56% cree que es mejor que el hombre trabaje y la mujer cuide del hogar. Especialmente en Bolivia, el 61% de los jóvenes cree que los hijos sufren abandono si una mujer sale a trabajar.
El 72% cree incorrecto que una mujer aborte cuando hay un embarazo no deseado. Esto es especialmente alto en El Salvador: el 95% de los hombres y el 87% de las mujeres tienen creencias restrictivas al respecto.
Caminos de cambio
Madres, padres, docentes, medios y líderes religiosos influyen en la creación y reproducción de comportamientos.
«Existe una cruzada que habla de proteger la familia, pero ¿qué pasa con la familia si la mujer muere o va a la cárcel? La lucha por la no violencia pasa efectivamente por cambiar imaginarios”, corrobora a DW Sara García Gross, especialista salvadoreña, premio Simone de Beauvoir por la libertad de las mujeres.
En América Latina ha habido avances, sobre todo legislativos. 16 países cuentan ya con leyes contra la violencia de género y 15 tipifican el crimen de «feminicidio”. Pero falta la implementación, faltan recursos, falta personal. «Si bien las leyes no van a resolver todo -nunca lo han hecho-, sí sirven para la lucha de cambio de imaginarios”, agrega García Gross.
En este sentido, basándose en los resultados del estudio, en ocho países de América Latina se ha lanzado la campaña ¡Basta!, como un proyecto de cooperación con fondos de la Comisión Europea,
«Es verdad que la imagen del amor romántico está en muchos géneros musicales, especialmente en el bolero, los más jóvenes escuchan reguetón. Entonces, por ejemplo, intentamos promover reguetoneros que lleven otro mensaje. Lo difundimos sobre todo en la red, el medio de los más jóvenes”, explica Sobrino.
«Trabajamos con líderes de comunidad, con periodistas, con redes de feministas. Para cambiar estos imaginarios hay que empezar por hacer conscientes a los jóvenes de que #NoEsNormal”, concluye.
Con información de DW en español.