En la pobreza, 70% de jóvenes embarazadas

Inician su vida sexual a edad más temprana

Con gobiernos panistas hubo más casos, expertos

La deserción escolar, una de las causas principales

El fracaso y la deserción escolar –un contexto social desfavorable–, aunados a la falta de un proyecto de vida, propician el embarazo de adolescentes. Se estima que en México siete de cada 10 jóvenes menores de 20 años en estado de gravidez viven en la pobreza.

Ante el aumento de casos y factores de riesgo, investigadores y profesores señalaron que en la década pasada –que coincide con los gobiernos encabezados por el PAN– se profundizó el deterioro de los contenidos curriculares de educación sexual y reproductiva para alumnos de primaria y secundaria.

Gloria García Hernández, especialista en el estudio del embarazo adolescente e investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana, señaló: podríamos hablar de dos sexenios (panistas) en los que, lejos de promoverse la educación sexual en la currícula escolar, se tuvo un retroceso terrible.

Consideró que el incremento de casos es resultado, en parte, de una visión conservadora del partido (PAN) que estuvo en el poder. Vemos un repunte de casos asociado a la falta de una política pública en materia de educación sexual para adolescentes.

Al respecto, autoridades de salud y educativas alertan del incremento en el número de menores que inician su vida sexual a edades cada vez más tempranas y en condiciones de riesgo. Entre los jóvenes de 15 a 19 años, 7 por ciento abandona el bachillerato por embarazo o por haber tenido un un hijo.

La tercera Encuesta de Exclusión, Intolerancia y Violencia en Escuelas de Educación Media Superior revela que 20 por ciento de los adolescentes encuestados tuvieron su primera relación sexual entre los 12 y 14 años, mientras que otro 22.5 por ciento lo hizo a los 15 años.

El subsecretario de Educación Media Superior, Rodolfo Tuirán Gutiérrez, aseguró que si bien la tasa general de embarazo adolescente disminuyó en las pasadas tres décadas, al pasar de 81 casos por cada mil adolescentes en 1982, a 67 por cada mil en 2013, no lo ha hecho a la velocidad necesaria.

Incluso, alertó, hay segmentos en los que aumentaron (los casos), como en poblaciones urbanas de cierto tamaño y en grupos como el formado por jóvenes que no estudian ni trabajan. Muchos de ellos están en cursos de vida que incluyen el embarazo adolescente, y de haber actuado con oportunidad quizá se hubiera evitado que se sumarán a esta condición.

Explicó que hay un estrecho vinculo entre la deserción escolar y el embarazo adolescente. Detectamos que entre las chicas que salieron de la escuela, al menos 24 por ciento consideran que haber dejado las aulas contribuyó a un embarazo precoz.

En América Latina, dijo, se mantienen tasas muy elevadas en comparación con otras naciones y regiones del mundo. En Estados Unidos el promedio es de 35 por cada mil adolescentes, y en Suiza de 4 por cada mil, mientras que en Brasil es de 75 por cada mil menores.

México mantiene una incidencia mayor que Argentina, Chile, Perú y Uruguay, que tienen una media de 60 a 56 casos por cada mil adolescentes. El funcionario estimó que en nuestro país hay 695 mil jóvenes entre 15 y 19 años que han estado embarazadas.

Para Tuirán, hay cuatro acciones básicas que se deben impulsar en el sector educativo para frenar este fenómeno: multiplicar las oportunidades de formación para los adolescentes; detener la deserción escolar; fortalecer la adquisición de competencias y habilidades para su desarrollo socioemocional y de proyecto de vida, y capacitar a maestros para hacer de la escuela el principal centro de atención de sus problemas y búsqueda de soluciones.

Como parte del cumplimiento al acuerdo ministerial Prevenir con educación, suscrito por México en 2008, se estableció un grupo interinstitucional en el que participan autoridades de los sectores salud y educación para determinar qué información es necesario hacer llegar a los jóvenes para prevenir estos casos.

Rezago en educación sexual

García Hernández afirmó que el embarazo adolescente no sólo está vinculado a un perfil de pobreza –70 por ciento de los casos ocurren en las jóvenes en esta condición–, ya que el fracaso y la deserción escolar también influyen en el embrazo precoz.

Señaló que, de acuerdo con estudios de seguimiento de historias de vida, se identificó que muchas chicas venían de una trayectoria escolar muy vulnerada. La escuela no está logrando retenerlas, y es la primera expulsora de estos perfiles de muchachas pobres que se embarazan.

Incluso, dijo, hay menores que quedan en gravidez porque no sabían que podía ser consecuencia de una relación sexual. Muchas tienen un desconocimiento de los procesos biológicos de su cuerpo. Es un nivel de ignorancia del que no daríamos crédito.

A esto se suma que en la escuela la sexualidad tiene una connotación negativa, muy vinculada a la reproducción.

En primaria se proponen prácticas con los alumnos, como el cuidado de un huevo durante una semana como si fuera un hijo, para dar un sentido de responsabilidad, pero se trata deprogramas totalmente obsoletos que no están cimentados en una reflexión de la práctica sexual, y por supuesto se ha eliminado toda posibilidad de ver su sexualidad desde una perspectiva de responsabilidad, pero también placentera.

En entrevista por separado, profesores de primaria y secundaria consideraron que si bien los alumnos tienen información sobre métodos anticonceptivos y su uso, no los ponen en práctica.

Elbia, maestra en una secundaria pública, afirmó: podrían darnos clases. Saben cómo usarlos y dónde se pueden comprar, pero les gana la pasión, el momento. Muchas de estas decisiones son porque no tienen un proyecto de vida. No saben qué desean estudiar, ni siquiera a corto plazo.

Francisco Bravo, director y maestro de primaria con más de 25 años de servicio docente, aseguró que el deterioro en los libros de texto gratuitos fue evidente. Se impuso una visión casi religiosa de la sexualidad, de pecado, de sufrimiento.

Maestros de secundaria alertaron que el contexto social, la desintegración familiar e incluso la falta de afecto alienta la toma de decisiones de riesgo.

Muchas chicas se embarazan por querer tener una familia estable o por salir del hogar, ya que no tienen un espacio para ellas, aseguran.

Sylvia Ortega, directora general del Colegio de Bachilleres (Colbach), apuntó que los adolescentes saben, pero no lo aplican.

Hay ese salto entre saber y hacer,van a las conductas de riesgo. Por ello, en el Colbach vamos a actuar ofreciendo en línea un curso de educación sexual, pues enfatizó que actualmente se aplica una campaña de prevención en los 20 planteles, mediante el Instituto Mexicano del Seguro Social.

No obstante, reconoció que los casos a escala nacional se han incrementado, y que para aquellas jóvenes que abandonan las aulas el riesgo es más alto. Ahora no basta con informar, debemos educar.

Viste su uniforme escolar y cursa el tercer año de secundaria. Tiene 14 años, es esbelta, tímida, y su voz es la de una niña. Sentada muy cerca del patio escolar donde juegan sus compañeros afirma: nunca me vi como mamá, pero llegó.

Recuerda que hace tres meses, cuando supo que estaba embarazada,pensé que era un error, pero ya no. En un primer momento sí tenía nervios, pero ya lo estoy asimilando. Lo mismo ocurre con sus padres. “Mi papá se enojó, se sacó de onda, pero después lo entendió. Mi mamá sí es muy enojona –ellos están separados– y se molestó mucho. Ahora dice que me va a apoyar”.

Con la ayuda de su padre y maestros, confía en que su embarazo no será un impedimento para seguir estudiando y cumplir su sueño: ser abogada. Asegura que su hijo será un motivo más en mi vida para seguir adelante, para echarle ganas, por él y por mí.

Reconoce que no habrá fiesta de 15 años para ella ni celebración con las amigas al cumplir los 16. Todo eso cambio, y ya ni modo.

Al principio, cuando inició su vida sexual, usaba protección, “pero después ya no, pues como que nos ganan… otras cosas. Algunos chavos sí se cuidan, pero hay otros que te dicen ‘pues ya así, sin protección, además va a ser rápido’”.

Su novio, a quien conoció en la secundaria, tiene 18 años. Abandonó la escuela para conseguir un empleo de ayudante en un restaurante, donde labora dos turnos.

Estamos ahorrando y me asegura que cuando nazca nuestro bebé vamos a vivir juntos. Dice que voy a seguir estudiando, que vamos a meter al niño en una guardería, señala ella, quien aconseja a las niñas de su edad que están embarazadas, que terminen la secundaria para que encuentren un trabajo que les ayude a sostener a sus hijos, aunque les paguen poco.

http://www.jornada.unam.mx/2015/03/16/politica/002n1pol

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