Tengo muchos amigos que son padres, algunos no lo desearon pero allí están, haciendo su mejor esfuerzo.  Sin embargo, tengo tres grandes amigos que deseaban ser padres con todo su ser. Enseguida sus historias:

Cuando tuve a mi hija en brazos, me olvidé de la mamá.

Rafa y yo nos conocimos en la prepa. Es un hombre alto, fuerte y siempre muy dispuesto a ayudar. Le encanta bailar y siempre busca el lado positivo de todo. “Cuando supe que iba a ser papá me volví loco de felicidad” confiesa y dice: “desde que era  niño deseé ser padre, tal vez porque yo no tuve uno”.

La relación con la pareja de Rafa duró apenas un par de años tras el nacimiento de su hija. “No logramos entendernos y he de decirte que cuando tuve a mi hija en brazos, me olvidé de la mamá, como que pasó a segundo término, me olvidé de ser pareja para ser padre”, dice Rafa de casi 46 años de edad.

Y efectivamente, Rafa sube y baja con su hija, la lleva y la recoge todos los días a la escuela, le paga las clases de natación, le pone las vacunas y hace la cita con el pediatra, la lleva casi todos los fines de semana a Cuernavaca; él y su pequeña la pasan de maravilla. ¿La mamá? Ella no es una mamá presente, siempre trabaja…aunque nunca tiene dinero.

“Ya me peleé nuevamente con la mamá de mi hija, no quiere apoyarme con esto ni con aquello. Se peleó con la directora de la estancia a la que llevo a mi hija; se peleó con la terapeuta que ve a la niña; se peleó con la dentista de la nena”, me dice Rafa de vez en vez.

“Además de todo, ella es muy agresiva conmigo, delante de mi hija hace comentarios inapropiados y siempre busca el conflicto. No sé qué hacer… ya le pedí perdón de muchas maneras por no seguir con ella, pero lo que más amo en la vida es a mi hija”, lamenta mi amigo.

 

Ella no nació para ser mamá, a pesar de sus 4 hijos.

Mi amigo Sandro tiene dos hijos pre-adolescentes, a quienes mantiene, cuida y apoya desde antes de su nacimiento. Su pareja, y la madre de sus hijos, se fue con otra persona e inició una vida con el otro, de quien tiene otra hija, a la que tampoco ve.

“Cuando la conocí me encantó, me pareció una mujer muy linda, sencilla y agradable. Sabía que tenía un hijo —de una relación anterior—que vivía con su abuelita porque ella allí lo dejó, pero nunca pensé que me haría lo mismo: ‘me dejó con mis hijos cuando el menor apenas tenía unos meses de nacido’”, me comenta.

“Yo creo que ella no nació para ser mamá, porque no atiende a ninguno de sus cuatro hijos, los abandona. Yo soy feliz con mis dos hijos, mi familia los ama con todo el corazón y son el motivo por los que trabajo día y noche”, dice Sandro, que tiene 3 trabajos y mantiene a sus hijos en buenas escuelas, con excelente comida y gran cuidado.

“Mis padres me cuidan a los niños y soy muy feliz cuando llego a casa y los veo a los cuatro, bueno a los cinco porque tenemos un perro que nos hace la vida más simpática. No me imagino la vida sin mis hijos”, narra mi amigo con una gran sonrisa.

“Mi familia y amigos me dicen que demande a la mamá de mis hijos para que los venga a ver, o les pase pensión y de esta manera no trabaje yo tanto, pero cuando me doy cuenta que ella nunca se ha preocupado por ellos, sé que no tiene ningún interés en ser parte de su vida. Así que mejor así lo dejo, no quiero problemas”, dice Sandro.

 

Llevo seis meses sin ver a mi hija y me siento devastado

“Llevo seis meses sin ver a mi hija porque estoy en pleito con su mamá… mi pequeña se ha convertido en moneda de cambio: si no le doy una camioneta a la mamá y una pensión completamente exagerada y fuera de la realidad, no me permite ver a mi hija. Por ello, me siento devastado, incompleto y muy triste”, confiesa Toño.

Mi amigo me dice que se enamoró profundamente de la mamá de su hija y por eso decidió ser padre, tenía más de 43 años, y él contaba con estabilidad económica, laboral y familiar. “Además, la mamá de mi hija me pareció una mujer espectacular, maravillosa por dentro y por fuera, pero ahora me doy cuenta que sólo se interesó en mí por la posición económica que tengo”, dice Toño.

“Ahora me está demandando por más de 200 mil pesos al mes y la camioneta, a pesar de que yo la mantengo desde hace más de tres años y le dejé la casa donde vivíamos… ¡bueno ella cambió las chapas y de un día para otro ya no me dejó entrar! Incluso, le pago el súper, le pago la nana, la guardería y la natación de mi hija, y el pediatra. Así que no sé qué más quiere”, lamenta Toño.

Los abogados de Toño ya demostraron que él mantiene a la niña y a la mamá, que le puso incluso un negocio para que la mamá pudiera trabajar (pero no quiso y dejó perder la empresa), también ya demostró que la mujer comenzó a planificar la demanda desde antes de que se embarazara.

“Yo estaba listo para ser papá, porque me enamoré de ella y estoy en completa madurez para darle todo a mi hija a quien espero ver pronto; porque la paternidad para mi es el acompañamiento que todo hijo necesita, yo seré el amigo y cómplice que mi hija necesita para toda su vida. La amo con todo mi corazón y espero, de verdad, que este pleito llegue a su fin por el bien de mi pequeña”, expone.

Cada día hombres y mujeres luchan por sacar adelante a sus hijos, porque la paternidad  y maternidad no es un asunto menor. Es un compromiso para toda la vida y sí muchas veces son las mujeres quienes se equivocan en el ejercicio de su maternidad. Por ello, antes de creer que tienes una relación con el amor de tu vida, con la mujer de tus sueños, piensa cómo sería en su papel de madre y mientras tanto protéjanse con un método anticonceptivo de largo plazo.

¡Es un hecho: mujer no significa mamá! ¿O ustedes qué piensan?

Con información de Guadalupe Camacho, periodista y académica mexicana

 

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