Los niños expósitos (que han sido abandonados en la calle) siempre han llamado mi atención. Será porque mi abuela materna lo fue… y a partir de allí quise investigar quiénes habían sido sus padres y por qué la abandonaron.

Los niños llamados expósitos (expuestos, a la intemperie) existieron desde la llegada de los españoles a México, cuando las “señoritas españolas” tenían hijos fuera del matrimonio con algún esclavo o mestizo “indigno de su amor y de su clase” y a fin de no ser parte de los prejuicios de la época, abandonaban a sus hijos. Algunas mujeres lo hacían en las casas hogares, al portón de las iglesias, pero otras simplemente dejaban a los niños en la calle, expuestos.

Antes de la llegada de los españoles, los antiguos mexicanos no abandonaban a sus hijos, por el contrario su llegada generaba fiesta en la familia y todos participaban en la crianza del pequeño.

Mi abuela, nunca supo en qué año nació, parece que fue entre 1915 y 1919, fue llevada al “Nuevo Hospicio de los Niños”, que se localizaba en calzada de Tlalpan esquina Río de la Piedad (hoy Viaducto Miguel Alemán). Dicho lugar fue inaugurado en 1905 por Porfirio Díaz y su esposa. El sitio contaba con 6 hectáreas con grandes jardines y una preciosa construcción con dormitorios, salones de clases, salones de oficios, alberca, cocina, comedor, gimnasio y un largo etcétera. Allí vivían cientos de niños con diferentes condiciones: huérfanos de madre, expósitos o dejados allí porque sus padres vivían en extrema pobreza.

Mi abuela me cuenta que en la escuela le enseñaron a leer y escribir, al tiempo que la capacitaban en las labores domésticas; a los 15 años la colocaron en una casa como servidumbre y allí vivió hasta que conoció a mi abuelo quien se casó con ella, se la llevó a vivir por el rumbo del hospicio, que dejó de serlo y fue demolido, en los años 60, casi en su totalidad para dar lugar a las instalaciones de Guardias Presidenciales.

Hoy del “Nuevo Hospicio de los Niños” queda sólo el edificio que correspondía a los dormitorios de las niñas y funciona como escuela de asistencia social de tiempo completo (donde estudié la escuela primaria).

Sin embargo, hoy las más de 60 casa cuna con las que cuenta el país no tienen las condiciones de crianza con las que contó abuela en sus primeros años, donde me dijo fue feliz, nunca tuvo hambre y siempre estuvo acompañada de sus amigas.

Hoy los niños expósitos mueren comidos por animales (ratas y perros) en las calles y nadie se da cuenta de ello, por eso no hay cifras de cuántos niños expósitos se localizan en el país año con año, así lo dijeron varios expertos en 2012 durante el Congreso Nacional de Pediatría celebrado en el World Trade Center de la Ciudad de México

Hoy los niños viven drogándose en las calles y son presa fácil de la pornografía infantil y de la trata de personas. Hoy los niños expósitos no tienen la misma suerte que mi abuela, quien murió hace 6 años.

Mi abuela Lucía que me crió los primeros años de mi vida, además ella me peinaba trenzándome el rebelde cabello rizado que tengo, me regañaba cada que hacía travesuras y me enseñó a nadar en el mar de Acapulco, a desplumar a las gallinas para hacerlas en caldo de pollo, y también me enseñó a bordar, entre decenas de actividades maravillosas que sigo haciendo día tras día.

En Marie Stopes buscamos prevenir este tipo de situaciones, en las cuales niños sean abandonados a su suerte, por ello ofrecemos fácil acceso a la anticoncepción, para que así hombres y mujeres planifiquen la llegada de sus hijos y puedan ofrecerles una vida libre de carencias.

Con información de la periodista Guadalupe Camacho.

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