Con el paso de los años he transformado y he ido acomodando mis ideas respecto al tema. Desde muy chica experimenté sucesos referentes a la sexualidad, y no, no por gusto, sino por hombres sin escrúpulos.

Así es, iba en la secundaria cuando tuve un primer acercamiento con un “miembro masculino”. Fue en el autobús camino a casa. Un señor se posicionó a un lado mío y se encargó de que su “masculinidad” (porque eso se enseña aquí en México) tocara mi mano. Al momento me quedé en shock, como si yo hubiera hecho algo malo, pues no supe qué hacer. La voz se escapó de mi garganta y de mi alma rebelde. Callé, no alce la mirada y me bajé corriendo en cuanto pude. Lloré y recibí un abrazo de mi madre.

También en la secundaria la vida me dio lecciones de acoso y violencia. Pasaba algo que en ese tiempo lo confundimos como “desmadre de salón” o bien, ignorábamos y nunca profundizamos en el tema. El grupo “desmadroso” de adolescentes (hombres) gustaba de darnos nalgadas a nosotras, sus compañeras, a quienes a diario veían la cara sin ninguna vergüenza, con quienes compartían fiestas, alimentos y uno que otro romance. ¿Era normal?, ¿en verdad era desmadre? Los mirábamos enfurecidas pero nunca los enfrentamos. Una vez más callamos.

Otras mujeres me han contado historias que me han dejado atónita, cosas que solo creerías que pasan en países donde la mujer es tratada como un cero a la izquierda o en lugares donde la cultura y la educación está por los suelos, pero no, estas historias son protagonizadas por mexican@s. ¿Por qué aquí? ¿qué deberíamos hacer para cambiar esto?

Siempre he repudiado a los hombres que tienen este tipo de conductas, pero también he callado. Afortunadamente no me ha pasado nada nuevo y estoy segura que si alguien me vuelve a poner la mano encima, mi reacción distaría mucho a la que tuve cuando fui una adolescente. Y no solo si me pasa a mí, sino a cualquier mujer que como mi yo del pasado, se le haya escapado la voz.  En Marie Stopes te invitamos a alzar la voz, a denunciar ¡Denunciemos el acoso!

Texto de nuestra compañera Andrea Mineros.

Recommended Posts