Susana Dueñas Rocha, de Santa Teresa, Guanajuato, tenía 19 años cuando tuvo un aborto espontáneo. Aquella noche sólo sintió que algo se desprendió de su cuerpo; sus padres y hermano la acompañaron al médico y allí su vida dio un giro de 360 grados.
La encarcelaron por homicidio
Durante 2010, el entonces gobernador de Guanajuato, Juan Manuel Oliva, aseguró que ninguna mujer estaba en prisión por abortar. Sin embargo, las integrantes del Centro Las Libres lograron excarcelar a seis mujeres, entre ellas Susana Dueñas, quien fue acusada dehomicidio por razón de parentesco.
En entrevista, recordó que después de que estaba en el Seguro llegó una trabajadora social.
«Me dijo: ‘Ahorita van a venir los ministeriales a hacerle su declaración’ ¿por qué? ‘Porque tú mataste a tu hijo, tu hija’. Le dije: ¿yo, por qué? A lo que contestó: ‘Sí, estás acusada de eso’, pero ¿quién me acusa? Dijo: ‘Yo te estoy acusando’”.
Luego, dijo, “llegaron dos muchachos, me hicieron firmar una hoja en blanco, me dijeron que con eso yo ya estaba libre de todo y que ya no me iban a culpar de nada. Yo le dije que en dónde le firmaba y firmé abajo. Al día siguiente, llegó uno y me dijo:
“firmaste tu propia sentencia. Te vamos a llevar al Cereso”.
Una declaración de culpabilidad
En la hoja, que después llenaron los agentes ministeriales, Susana se declaraba culpable.Así que inmediatamente fue trasladada al Centro de Reinserción Social (Cereso) de Puentecillas, en Guanajuato.
“Recuerdo que me dieron unas inyecciones, unos medicamentos, me subieron a un carro, toda mi familia estaba enfrente viendo cómo me llevaban. Me subieron y ya después llegamos al Cereso. Antes de entrar al portón negro, me dejaron sentada en una banqueta y dijeron: ‘Aquí nos esperas, vamos a almorzar’.
“Los señores de adentro le decían: ‘pero ¿por qué la traes?’. ‘Es que está acusada que mató a un hijo y no sé qué’. ‘Viene por homicidio’,pero homicidio, ¿de qué o qué?, ¿a quién mató o qué? ¿ustedes quiénes son? ‘somos del Ministerio Público’, y así le dijeron. En el Cereso no sabían que me llevaban para allá. Ellos me llevaron porque ellos quisieron”.
25 años; su sentencia
Susana no recuerda el día que entró, pero sí precisa que en menos de seis meses la sentenciaron. El acta que dictamina su prisión está fechada con el 30 de noviembre del 2004. Su pena fue de 25 años.
“Cuando me sacaban a declarar al juzgado, el licenciado me leía y le decía: ‘yo no dije eso’. ‘Es que es tu firma, Susana’. ‘Sí, pero entiéndame que yo no tenía a nadie conmigo’. A mí me tenían detenida, pero yo no tenía un abogado, no tenía a nadie más que ellos dos ¿cómo quería que me defendiera? o ¿cómo podía tener un testigo? de que ellos me hicieron firmar esa hoja”.
Vivir en el Cereso
En entrevista, Dueñas dijo que “yo sí fui acorralada por mujeres que me decían: “es que ya ni los perros hacen lo que tú hiciste”.
“Pero si a mí me dolía saber que yo no hice nada y me atacaban. Yo no podía decir: ‘es que yo no lo hice’, porque ellas era unas drogadictas, agresivas, yo no me podía poner con ellas; solo lloraba”.
Incluso las custodias notaban que lloraba mucho. “Yo decía: es que es una injusticia lo que están haciendo, siempre me paraba en las noches en la ventana a llorar, porque no podía dormir, pero no lloraba gritando, sino el dolor que yo sentía; ellas daban sus rondines para ver que estábamos dormidas”.
“Ese día me encontró una de las custodias en la ventana y me dijo: ‘Ya para qué lloras. A ver si te calmas o te saco y te doy unos…’ unas groserías tan feas que dije es que yo solamente sé lo que siento; me respondió: ‘no creo, si no lo sentiste cuando lo hiciste ahorita ¿qué te lamentas?’. Les puse las zopilotas a toda esa gente que lo tratan a una tan mal”.
Susana no era la única
En el Cereso había mujeres acusadas por el mismo tema. Susana conoció primero a María Araceli Camargo, quien la presentó con Verónica Cruz, la directora del Centro Las Libres.
“Dicen: ‘¿Te acostumbraste?’ No es costumbre, es resignación. Ya después de que Araceli me platicó que ella conocía a Vero y la empezó a sacar a ella y luego a mí. Yo sentí algo diferente porque ella dijo: no sé cuándo, no sé cómo, pero yo las voy a sacar de aquí”, contó.
Susana Dueñas pasó siete años y seis meses en prisión. En ese tiempo se embarazó y tuvo una hija: Karen vivió con ella los primeros tres meses, después tuvo que entregarla a sus padres para ganar 800 pesos a la semana y mantenerla. También, privada de su libertad, terminó la secundaria.
“La prepa ya no, porque esa semana salimos. Salimos el 7 de septiembre del 2010. Nos tuvieron en un aula a todas y unos días antes nos dijo: ‘ustedes van a salir el martes, pero no pueden decirle a nadie, ni a su familia’. Pero ellas (las integrantes de Las Libres) ya sabían. Nos estaban esperando afuera del Cereso desde el lunes en la noche. Desde el lunes en la noche para amanecer el martes”.
Nos suben. Antes de eso, nos dicen: ‘las vamos a llevar hasta su casa, en una camioneta. Pero ustedes no van a poder hablar con nadie’. Yo era la que más gente tenía esperándome. Afuera de la puerta, estaba toda mi familia; corrí a abrazarlos, con la emoción de saber que ya estaba libre y ver que ya me iba a mi casa”.
“Nos subieron a las camionetas; estaban hasta la carretera, ellas (Las Libres) no podían entrar. A nosotros nos dijeron que no podíamos hablar con ellas. Nos subieron a las camionetas y nos trajeron a nuestra casa”.
Cuando Susana llegó a su casa tenía miedo; pensaba que si volvía a ver a Las Libres podía regresar a prisión. Así que, durante el siguiente año no salió de su hogar.
Aunque tenía ganas de trabajar, estaba atemorizada, por lo que duró año, año y medio sin hacerlo. “Hacía como todo lo que hacía allá adentro: bordar, monitos de fieltro, muchas cosas; todavía las hago aquí en mi casa. De hecho, hice unas cosas con listón de flores. Me ponía a trabajar aquí pero que yo dijera: ´ah, me voy ir a trabajar a otro lado´. Creo que sí duré más”.
Busca que mujeres no pasen por lo mismo
En septiembre próximo Susana Dueñas cumplirá nueve años desde que dejó el Cereso; dice que continuará platicando su experiencia para que no vuelva a pasar y se difunda la manera en que fue criminalizada. Aunque hay algo que sigue sin regresar a su vida: su hija.
“Casi no, no anda conmigo. A mí siempre me ven en la calle sola, ando en las fiestas, ando en Silao, donde quiera y ando sola. Me preguntan: ¿No tienes niños? A veces le digo a la gente que no, que yo no tengo. Y me dicen: ´si tienes una niña´; les digo: “Ah, sí, pero es más de allá que de acá”.
Porque no, no quiere. Ella me lo dijo a mí: “yo no puedo vivir sin mi mamá”, o sea, sin su madrina, pero ella le dice mamá”.
Susana le insiste: “Te deberías de quedar conmigo hija, ya vente conmigo”, pero la niña le responde: “No, amá, es que no puedo vivir sin mi mamá. Yo sentía como algo fuerte, pero no se lo demostré, solo dije: el día que ella quiera venir, bienvenida; no la puedo obligar”
Con información de «Diario de Yucatán»