Una querida amiga, Dani, me comentaba que ella la pasó muy mal en la secundaria. “Me hacían bullying por todo, mi ropa, mi cuerpo, mi cabello, mis manos y hasta mi forma de hablar y lo peor llegó cuando una maestra organizó una actividad escolar de fin de año que pedía escribir en un papel la parte del cuerpo más atractiva de cada compañera para hacer con todas sugerencias a la “mujer perfecta’”.
Por supuesto, dice mi amiga —que hoy está haciendo un doctorado en la UNAM, tiene un hijo, un esposo y grandes colegas y camaradas—, nadie escogió nada de ella. “Y la maestra, mis compañeras y hasta las mamás, todas se burlaron”…
Esta anécdota tiene muchas lecturas. ¿Por qué fomentamos el rechazo social de una mujer por no ‘cumplir’ con la moda y los patrones de belleza impuestos?, ¿qué de académico tiene esa dinámica escolar de buscar a la ‘mujer perfecta’?, ¿por qué creemos que somos mejores que otros por tener alguna particularidad física? ¿para qué sirve ser la mujer perfecta, la más popular, la más deseada?
¿Existe una mujer perfecta? Por supuesto que la hay y eres tú, y tú y tú. Todas somos perfectas, todas somos igualmente hermosas y todas valemos lo mismo. La perfección no tiene que ver con el físico, ni las medidas 90, 60 y 90. La mujer perfecta es indígena, es morena, es delgada, es talla plus, es de cabello oscuro, rubio o canoso.
La mujer perfecta es la que disfruta su vida, sabe que su felicidad no depende de gente externa a ella. Una mujer perfecta es la que busca todos los días el lado positivo de su vida, que lee, que conversa, que no juzga a otros. Por el contrario, una mujer perfecta es aquella que puede disfrutar la soledad, que sale adelante de los fracasos, que no se engancha en relaciones tóxicas, que busca su progreso propio. Que se pone primero ella antes que los demás, la mujer perfecta sabe que puede caminar sola o acompañada y disfruta ambas.
La mujer perfecta tiene que vivir en un mundo imperfecto. Lleno de antipáticos, de acosadores, de grupos de poder, de injusticias, de miedos. Pero la mujer perfecta sigue y sigue adelante.
La mujer perfecta eres tú y nadie puede decir lo contrario.
Por Guadalupe Camacho, académica y periodista mexicana