Ana tenía 9 años cuando su madre se casó de nuevo. Un par de años después, su padrastro comenzó a abusar sexualmente de ella. Ana quedó embarazada. En Nicaragua, el aborto está penalizado, sin importar la situación, Ana no tuvo otra opción que seguir adelante con el embarazo. Dejó la escuela y cayó en una profunda depresión.
La historia de Ana de Nicaragua es muy similar a la de otra Ana, una niña mexicana de 10 años que fue abusada sexualmente por su tío. Durante semanas ocultó la violación por miedo, por amenazas, por no saber cómo decirlo. Logró, por fin, contárselo a sus padres, después de pesadillas nocturnas, miedo e intensos dolores físicos en diferentes partes de su cuerpo.
Sus padres la llevan al hospital regional estatal y descubren que Ana está embarazada. Ana quiere abortar. El hospital se niega bajo pretextos como “ningún ginecólogo quiere practicarlo”. El comité de bioética del hospital se pone a discutir si practicarle o no la interrupción del embarazo; mientras, transcurren los días y Ana sigue hospitalizada con crisis nerviosas, dolores intensos e hinchazón que le impiden caminar. No le han suministrado ningún medicamento y sólo la mantienen en observación.
Ambas fueron violadas por un familiar y forzadas a mantener un embarazo.
Otro testimonio es el de Lucía, una menor de 9 años que fue violada por su profesor en tercer año de primaria. Lucía quedó lastimada física y emocionalmente. No dijo nada hasta que empezó a sentirse extraña. Su mamá la llevó al médico.Tenía 15 semanas de embarazo y ya no pudo abortar, porque en México sólo se permite interrumpir el embarazo hasta con 12 semanas de gestación.
Estos sólo son algunos casos de los que suceden en Latinoamérica donde miles de niñas menores de 15 años sufren violencia sexual y son obligadas a ser madres, lo que representa un grave problema de salud pública y de derechos humanos, como lo advierten GIRE, Amnistía Internacional, Claclai y otras 45 organizaciones internacionales.
Tan sólo en México cuatro de cada 10 mujeres menores de 15 años son víctimas de delitos sexuales y 30 niñas entre los 10 y 14 años dan a luz diariamente. Mientras que en Colombia cada hora dos niñas son también víctimas de violencia sexual, según datos de la Organización de Estados Americanos, citados por el portal periodístico Animal Político.
Según el informe Vidas Robadas, América Latina es la única región en el mundo donde se incrementó el embarazo en menores de 15 años, por esto, la campaña Niñas No Madres fue lanzada simultáneamente en México, Guatemala, Perú, Paraguay y Ecuador.
Obligar a cualquier mujer a la maternidad es quebrantar sus derechos, su autonomía, su dignidad y su libertad a elegir un proyecto de vida, pero imponerla a una niña, que ya ha sido violentada sexualmente, es volverla a vulnerar y atentar contra su salud, su niñez, su crecimiento y su futuro.
Debe quedarle claro a toda esa parte de la sociedad que está en contra del aborto, que el riesgo de morir por causas relacionadas con el embarazo, parto y postparto se duplica si las niñas quedan embarazadas antes de los 15 años. Que la imposición del embarazo y la maternidad, resultado de violencia sexual, afecta la salud mental de miles de niñas.
Que las niñas y adolescentes que no tienen derecho a una interrupción legal del embarazo siguen preservando el círculo de pobreza y marginación, que seguramente ya viven. Muchas veces dejan la escuela y su educación se ve limitada por las labores de la maternidad. Su mundo se reduce a la crianza, que aunada con los problemas psicológicos y frustraciones provoca que la vida familiar sea triste, violenta y con múltiples carencias afectivas y económicas, tanto de esas niñas que son obligadas a ser madres, como de los niños que nacen producto de las violaciones y prohibiciones.
En la CDMX el aborto es legal hasta la semana 12 de gestación por voluntad de la mujer. La causal violación aplica para todo el país, pero si las instancias no prestan el servicio, las mujeres y niñas deben saber que pueden viajar a la CDMX por una Interrupción Legal del Embarazo.
Con información de La Crónica