Los padres y el embarazo adolescente.
Comienza un ciclo escolar más y lo que se espera es que los hijos e hijas adolescentes vayan a la escuela a prepararse para realizar sus metas personales y profesionales que los lleven a una vida de crecimiento y satisfacción.
Se sabe que cuando las adolescentes tienen un proyecto de vida, retrasan el inicio de su vida sexual y posponen la maternidad con el uso de métodos anticonceptivos. Por el contrario, cuando no tienen oportunidades para estudiar, elegir una carrera y tener independencia o son discriminadas porque se favorece más a los hijos varones, pueden buscar el matrimonio temprano e iniciar una familia para compensar la falta de un proyecto personal y así encontrarle un sentido a su vida.
Otros factores que también influyen son la falta de comunicación con la familia, vivir violencia familiar o ser víctima de violencia en el noviazgo, de abuso sexual o de violación. En los embarazos de adolescentes menores de 15 años debe descartarse siempre el abuso sexual.
Algo para lamentar es que a diferencia de otros países, en México, el embarazo adolescente va en aumento, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Dinámica Demográfica (Enadid) de 2014, la tasa de fecundidad en adolescentes (número de nacimientos por mil mujeres entre los 15 y 19 años de edad) aumentó y ahora es de 77.0, superior a la de 69.2 del año 2009. Los estados con la mayor tasa son Coahuila (113.5) y Nayarit (105.5) y la entidad con menor fecundidad es el Distrito Federal con 51.9, situación que cambia en el Estado de México con una tasa de 82.7, superior al promedio nacional. La misma encuesta nos dice que a nivel nacional hay un ligero aumento en la prevalencia de uso de métodos anticonceptivos en adolescentes que han iniciado vida sexual, que pasó de 54.6% en 2009 a 59.0 en 2014. Vale la pena mencionar que la participación masculina en la anticoncepción es muy pobre, pues apenas llega al 14.4% y no tuvo cambios en los últimos cinco años.
Se habla mucho de la importancia de la educación sexual de los/as adolescentes y que esta corresponde a madres, padres, maestros y a la sociedad en general. Los países que han tenido éxito en disminuir el embarazo adolescente tienen programas de educación sexual con el fin de retrasar la edad de inicio de las relaciones coitales y de apoyar a los/as adolescentes en su autoestima, para que desarrollen su capacidad para tomar decisiones asertivas y fundamentadas, así sea para negarse a tener relaciones o bien, para usar los métodos anticonceptivos en caso de aceptarlas.
Apoyar a las hijas significa interesarse por sus amistades, vigilarlas cuando tienen relaciones con personas mayores, poner límites y valores, educarlas para que sean astutas, para que sepan elegir lo que más les conviene y también ¿por qué no?, acompañarlas a un servicio de planificación familiar.
Apoyar a los hijos es enseñarles a que no es más hombre el que comienza a tener relaciones primero, el que fuerza la relación o el que lo hace sin estar preparado. Estar preparado significa asumir que ejercer la sexualidad tiene responsabilidades y consecuencias emocionales y físicas tanto en el hombre como en la mujer, que la responsabilidad de prevenir un embarazo también es de él y que es mejor esperar a estar listo.
Con información de El Gráfico.