Por nosotras, por un país en el que podamos vivir tranquilas, libres de violencia, porque queremos igualdad necesitamos otro 24A; por todas las que fueron Daphne, Tamara, o Karla alguna vez, por todas las desaparecidas, por todas las mujeres explotadas sexualmente, por todas las niñas abusadas, por todas las mujeres violentadas.
El 24 de abril del 2016, México se paralizó, la primavera violeta inundó sus calles con el grito de miles de mujeres, que hartas de la violencia de género, tomamos el valor de salir a protestar. Aún recuerdo mi piel erizarse al gritar todas juntas una misma consigna: ¡Alto a las violencias machistas!
Todas exigimos lo mismo: basta de feminicidios, basta de violaciones, basta de acoso sexual, basta de impunidad, basta de ser tratadas como un objeto el cual pueden tomar, amedrentar, utilizar, violar, matar, quemar y botar. ¡Somos mujeres, somos personas!
El 2016 fue un año intenso en el tema, se habló mucho sobre acoso sexual callejero, sobre feminicidios, incluso nuevos grupos feministas surgieron para darle más fuerza al movimiento. Se respiró un aire de esperanza, de consciencia. En cuestión de políticas públicas, el tema se posicionó, al igual que en los medios de comunicación; reportajes, entrevistas, especiales sobre violencia contra las mujeres. Nos empapamos del tema. “Por algo se empieza”, se dijo…
¿Realmente hay algún avance? Si comparo la actualidad con años anteriores, podría ser positiva y decir que sí, logramos al menos poner el tema de violencia contra las mujeres en el imaginario colectivo del país, del mundo. Dejamos de ser invisibles antes los ojos de la sociedad. Ahora se sabe lo que día a día padecemos en nuestros propios hogares, en el camino a la escuela, al trabajo, en las calles, se sabe que la cotidianidad para nosotras es violenta. ¿Es suficiente saberlo? NO. Ojalá que la conciencia sobre el tema nos llevara automáticamente a una mejora.
Aunque los medios, el gobierno y las campañas contra la violencia hacia las mujeres nos enseñaron hasta el cansancio que lo mejor es hacer frente a un caso de violencia, nos repitieron una y otra vez que la denuncia es nuestra mejor defensa, se difundieron incontablemente los números a los cuales hay que llamar para hacer la denuncia, incrementaron los servicios y vagones exclusivos de transporte público, aumentaron el número de policías, entre otras medidas. Aún así, falta mucho, muchísimo trabajo por hacer.
Nos siguen matando por el simple hecho de ser mujeres. Nos siguen violando. Nos siguen acosando en las calles. Nos siguen intimidando si nos atrevemos a denunciar. Nos siguen culpando de lo que nos pase, por andar solas, por vestirnos así, por comportarnos de tal o cual manera. Minimizan nuestros problemas de género y nos siguen llamando exageradas, feminazis.
Recientemente surgieron casos que de nuevo ponen en entredicho el avance en cuestión de género en México. El juez Porky y su notoria incapacidad de defender la justicia, nos demostró una vez más lo que significa ser mujer en este país.
Según el criterio del juez Anuar González Hamadi, no hubo intención “lasciva” ni intención de “copular” por parte de Diego Cruz, uno de Los Porkys, por lo tanto, la violencia de género contra Daphne no era equiparable a un acto sexual, sino simplemente a un “roce o frotamiento incidental” y con ello, tiró toda posibilidad de acceso a la justicia a una joven que fue abusada sexualmente por cuatro hombres.
A Daphne aún no le llega la justicia, la seguimos exigiendo, la seguimos anhelando. Los Porkys aún no reciben ningún castigo. En tanto Daphne ha sido revictimizada una y otra vez. Y es el cuento de siempre, las víctimas son cuestionadas y pareciera que son las únicas culpables de haber sido agredidas.
Como los recientes comentarios misóginos de Marcelino Perelló, catedrático de la UNAM, quien el 28 de marzo pasado en su programa “Sentido contrario”, declaró respecto al caso Daphne y Los Porkys que: “Tampoco eso de que te metan los dedos es para armar un desmadre estrepitoso […] O sea, la violación implica necesariamente verga, si no hay verga no hay violación”.
Comentarios que dejan ver cómo es que a pesar de la sobreinformación respecto a la violencia sexual, siguen existiendo personas con tales pensamientos, que nos creen “exageradas” cuando denunciamos acoso sexual, o incluso una violación. Que minimizan un problema sistemático, lo que nos pone de nuevo en peligro. Vivimos en un país misógino y ser catedrático de la máxima casa de estudios, así como líder de un movimiento tan importante para el país, como lo fue el 68, no lo exime del machismo ni de la misoginia, que en este caso Perelló expresó sin tapujos.
Y es que qué se puede esperar de un país en el que sus líderes “progresistas” expresan su misoginia a los cuatro vientos sin remordimientos. Podemos esperar lo mismo que ocurrió con Tamara de Anda al denunciar a un taxista por gritarle “guaaapa” en la calle. Grupos de personas en redes sociales la tacharon de “pinche vieja mamona y exagerada”, incluso le llovieron amenazas de muerte por el simple hecho de ejercer su derecho de transitar libre y tranquila en la vía pública.
Los comentarios hacia Tamara por parte de hombres y mujeres, destaparon la cloaca de que el acoso sexual no es acoso si se respalda por el “piropo“, destaparon el machismo tan introyectado que México y sus habitantes normalizaron gracias a su propia cultura.
Y es que vivimos en un país tan machista que incluso es nuestra culpa si morimos en un accidente automovilístico en el que el conductor iba ebrio y a exceso de velocidad, puesto que “por puta” y “por andar con hombres que no son el esposo” merecemos morir trágicamente. “Ella se lo buscó por andar de zorra“, fue lo que muchas personas expresaron hacia Karla Saldaña, una de las víctimas del accidente en Avenida Reforma en el que murieron ella y otros jóvenes.
A diario conocemos a través de los medios, o de redes sociales algún caso de violencia contra las mujeres. Conocemos a la perfección el caso de Daphne, de Tamara, conocemos los comentarios de Perelló, conocemos también a alguien que se burla a través de Facebook de la lucha feminista, conocemos personas que nos llaman feminazis por exigir nuestros derechos. Estamos rodeadas de misoginia, sexismo, machismo, de clasismo. Así es vivir a diario en México y en muchas partes del mundo.
¿Necesitamos otro 24A? Yo diría que necesitamos que todos los días sean un 24 de abril del 2016. Todos los días debemos estar unidas para hacer respetar nuestros derechos, todos los días debemos unirnos contra el sistema patriarcal que por tanto tiempo nos ha dañado, todos los días debemos poner un alto a las violencias machistas. Todos los días podemos hacer algo para cambiar esta sociedad que nos ve como meros objetos, que nos ve como propiedad de hombres, que nos ve como seres inferiores, que nos tachan de exageradas cuando sólo queremos igualdad entre hombres y mujeres.
Necesitamos que todos los días sean 24 de abril hasta que dejen de existir violadores, hasta que dejen de existir personas que los defienden como el #JuezPorky, hasta que hombres como Perelló y como El Matanovias se extingan. Necesitamos que sea 24A todos los días hasta que dejen de haber 16 violaciones sexuales diarias en México, hasta que llegue a cero el número de feminicidios, hasta que dejen de haber mujeres acosadas en la vía pública, en sus escuelas, en su trabajo. Hasta que nuestro cuerpo deje de ser asunto público. Necesitamos un 24A todos los días por todas las que fueron Daphne, o Tamara, o Karla alguna vez, por todas las desaparecidas, por todas las mujeres explotadas sexualmente, por todas las niñas abusadas, por todas las mujeres violentadas.
Por nosotras, por un país en el que podamos vivir tranquilas, libres de violencia, porque queremos igualdad de condiciones entre hombres y mujeres, por todo esto necesitamos otro 24A.
Con información de Antes de Eva