Guadalupe Camacho, académica y periodista mexicana reflexiona sobre las elecciones y estilo de vida de las mujeres en la actualidad, quienes pueden tomar decisiones importantes en su vida por si mismas, desde la vestimenta, pasando por la carrera universitaria o por una interrupción del embarazo. ¿Tú qué opinas?
Hace poco la selección mexicana de fútbol jugaba un partido, un amigo me preguntó incrédulo: “¿por qué no te gusta el fútbol?”, “no puedo creer que no te llame la atención”, ante mi insistencia por cambiarle de canal a la TV con el fin de ver algo “más interesante”.
Nunca, nunca ha llamado mi atención el fútbol, me gusta más el box, el basquetbol e incluso el billar. Sin embargo, parece que a los ojos de mi amigo esto es increíble y el argumento —si es que puede denominarse así— que según él explicaba por qué no me gusta el soccer era que ¡¡¡mi papá no me cuidaba, atendía ni jugaba conmigo, cuando yo era niña, por ver el fútbol!!! y de allí surgía mi rechazo…
Allí va otro “argumento”: “sí la mujer se viste provocativamente (habrá que definir esa palabra) es porque quiere que el hombre la seduzca”. Es decir las minifaldas, los escotes y los labios rojos fueron exclusivamente diseñados para el gozo del varón.
Estos dos “increíbles razonamientos” dejan a la mujer invalidada para tomar sus propias decisiones. Es decir, ella por sí misma no tiene la capacidad de formarse un gusto propio, ni tiene voluntad. Todas sus acciones o deseos están íntimamente relacionados con la aprobación o el rechazo del varón. ¡Ja!
Como siempre es el hombre el que se cree el centro del mundo. El que las puede y la debe. Sin embargo, habrá que aclararle que las mujeres tenemos gustos propios: me puedo poner pantalones de piel negra ultra ajustados y los labios rojo carmín porque me gusto cómo me veo, y no porque quiera que los hombres anden atrás de mi.
Me puedo poner un babydoll para dormir todas las noches sola y autoerotizarme porque es mi deseo y mi voluntad. ¡Nomás por eso!
También recuerdo que un ex compañero de trabajo me dijo un día, saliendo del elevador: “Ay Lupita si no fuera casado ‘seguro’ tú y yo estaríamos juntos”, yo le respondí: “no creo amigo, porque tú a mi no me gustas ni tantito”. Él arrogante respondió: “a las mujeres siempre hay que enseñarles lo que les gusta”. ¡¡Nomaaaaaaaaa!!, pensé.
Y no tengo la menor duda de que existen mujeres que no dan un paso si no le consultan al padre, hermano o marido. Y que se visten, arreglan, cocinan, cogen, viven y mueren por la aprobación de un varón.
No obstante, cada día más hombres entienden, razonan y analizan que la mujer es un ser individual, que funciona independiente del varón; y la respeta en sus gustos, opiniones, deseos, aficiones y pasiones.
Así que hombres váyanse más tranquilos por la vida. Recuerden que no, no salimos de su costilla ni estamos hechas para complacerlos.
Con información de Guadalupe Camacho, académica y periodista mexicana