Mi mamá es una mujer de 73 años y hace un par de meses tuvo una emergencia ginecológica, que requirió una cirugía. Cuando pregunté cómo seguía, me respondieron con otra pregunta: «¿su mamá está embarazada?»
Mi respuesta fue: “no”. “¿Está segura?”, insistió la señorita de la ventanilla de informes del Hospital de Los Venados del IMSS en México. Mi respuesta irónica fue: “Si está embarazada llame a los reporteros, a los de Ripley´s y si no encuentra a ninguno de los dos, que lleguen los del Circo”, respondí.
¿Por qué todas las emergencias ginecológicas tendrían que ver con los embarazos? ¡No señores no nos equivoquemos! Las emergencias ginecológicas son más que partos y cesáreas, tienen que ver con abuso sexual (sí, también ultrajan a las abuelas, a los recién nacidos, a las monjas), tienen que ver con lesiones por práctica de deportes o de montar en bicicleta o en caballo, tienen que ver con quemaduras en la zona genital (las mujeres pasamos 90% más tiempo en la cocina que los hombres), tienen que ver también con el atasque del vibrador, o de cualquier otro juguete sexual.
Las emergencias ginecológicas las tienen las mujeres «vírgenes», las lesbianas, las abuelas, las recién nacidas, las deportistas, las monjas, las niñas, es decir todas aquellas mujeres que tienen genitales.
Las emergencias ginecológicas se presentan en la vulva, en los labios, en el monte de Venus, también en el canal vaginal, en la matriz, en el útero…
Por su parte, las emergencias obstétricas se presentan por varias razones: un aborto inducido o espontáneo, por un parto mal atendido, por una cesárea complicada, por una placenta invasora, por miomas. La lista es larga.
Dejemos de ver a las mujeres como una fábrica de bebés. Observemos el expediente, miremos a los ojos a las pacientes y comprendamos que sin importar la edad que se tenga mujer no significa mamá.
Con información de Guadalupe Camacho, periodista y académica mexicana.