Diez 30 de la noche, Metro Taxquena, Itzel regresa de visitar a su padre en el trabajo. Un hombre la amaga con un cuchillo frente a la mirada de transeúntes y la lleva a un bajopuente cercano. Abusa sexualmente de ella. Tres horas y media después, mientras Itzel declara en un Ministerio Público de Coyoacán, Mara es golpeada hasta quedar inconsciente y el sujeto la viola, en Tláhuac. El primer agresor está muerto; el segundo, libre.

La noche del 1 de junio marcó la vida de ambas jóvenes. En entrevista con EL UNIVERSAL, relatan que la acción policiaca y ministerial es deficiente, pues no recibieron la atención que marcan los protocolos establecidos por la Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México (PGJCDMX).

Mara cuenta que el día del ataque la ambulancia no llegó, soportó comentarios «misóginos de los patrulleros, me tuvieron sentada afuera del Oxxo, exhibiéndome. En ese momento quería ir a denunciar, pero pensé: »Si ellos fueron así, no quiero saber cómo me van a tratar en el MP y lo hice hasta tres días después». Todo ese tiempo permaneció sin bañarse, sabía que si lo hacía las pruebas desaparecerían.

En estos casos, las primeras 72 horas son clave, pues se deben administrar antirretrovirales y el anticonceptivo de emergencia, pues aumenta el riesgo de contraer VIH y otras infecciones de transmisión sexual o un embarazo.

En el caso de Itzel, comenta su madre, el MP quería que declarara antes de la revisión médica. Hasta el otro día la vio un doctor. «Mi esposo compró la pastilla de emergencia. Despierta llorando, defendiéndose, me dice: »¿Y si ese hombre me pegó algo?»». Cada mes se realiza la prueba ELISA, hasta los nueve meses tendrán la certeza de que no hay ninguna infección.

Especialistas en defensa de los derechos de las mujeres comentan que la prioridad es el estado de salud de las víctimas, algo que en ambos casos no sucedió, pues debieron ser trasladadas a un hospital para su valoración médica.

Las abogadas Karla Michel y Ana Katiria Suárez recomiendan denunciar el hecho ante el MP o acudir a un hospital, ambas acciones son correctas. Sin embargo, en la segunda opción, la atención médica es inmediata, y la institución a la que se acuda (particular o privada) llamará a las autoridades correspondientes. Con esta estrategia se podrían evitar situaciones como las que atravesaron Mara e Itzel.

Ana Suárez reiteró que la autoridad esta obligada a seguir la NOM-046 de la Secretaría de Salud que prioriza la valoración sicológica; además de proveer de la pastilla de emergencia, retrovirales y antibiótico el mismo día del ataque, no más tiempo, como le ocurrió a Itzel.

Agrega que, en el caso de Mara, los policías que tuvieron conocimiento del hecho estuvieron obligados a seguirlo de oficio y dependía de la víctima ratificar o no la denuncia. Sin embargo, tras la violación, la joven pidió ser llevada a su casa, pues el trato misógino la persuadió de no ir ante la autoridad de forma inmediata.

Karla Michel, también abogada de Itzel, indicó que «lo importante es que las niñas y las mujeres se atrevan a romper el silencio, que sepan que hay protocolos, leyes. Lo que le digo es que hay que dejar la vergüenza del lado del que debe estar: el de los agresores».

Sanando heridas del alma

Los contrastes entre las historias de Mara e Itzel también se dan en el apoyo familiar. En el caso de la primera no se ha visibilizado lo suficiente para que atrapen a su agresor. «Llevo dos meses y no se ha resuelto. Estoy segura que el retrato hablado es 80% exacto», afirmó.

Con voz entrecortada, Mara relata que esa noche salió sola de una fiesta para regresar a su casa, que no estaba lejos, caminó hacia la avenida para tomar un taxi. Escuchó que la seguían, aceleró el paso pero la alcanzó.

«Primero me asaltó, me tiró al piso, azotó mi cabeza en el suelo en varias ocasiones y quedé inconsciente; ahí aprovechó para violarme.

Cuando desperté grité pero nadie me escuchó, me dijo que me callara porque si no me iba a matar». En un descuido del hombre, que no pasaba de los 30 años, Mara se subió el pantalón, corrió a pedir ayuda a un Oxxo que estaba cerca para llamar a una patrulla.

La joven de 23 años cuenta que, al principio, su madre la culpó. «En mí se rompieron muchas cosas, es un dolor por dentro que nunca había sentido. Por una parte entendía su molestia pero yo no le dije que me violara, fueron muchos sentimientos encontrados. Mi mamá después bajó la guardia y comenzó a preguntarme cómo estaba, a apoyarme de verdad». Hace una pausa y agrega: «Mi papá no sabe y no quiero que se entere, es muy vengativo», agrega.

Fueron sus hermanos y algunos amigos quienes la motivaron a denunciar. «Me dijeron que tal vez no era a la única a quien le había hecho lo mismo. Él no puede seguir libre», comentó.

Vestida con una falda larga hasta el tobillo, Itzel, quien subió un video a la red donde denunciaba el hecho, expresa: «Me gustaría estudiar Psicología, pero después de todo lo que pasó optaría más por una carrera policiaca para evitar que haya más casos como el mío .

María de la Luz, su madre, escucha con atención a su hija, no llora porque «tengo que ser fuerte por ella», dice. La menor agrega que antes del ataque «era alguien normal, una estudiante. No sales a la calle pensando que algo te va a pasar. Sigo siendo la misma, pero ahora con ganas de luchar para que esto no pase».

El caso de Itzel recordó al de Yakiri, que en 2013 fue encarcelada por matar a su violador en defensa propia. Estuvo tres meses en prisión pues se reclasificó el delito de homicidio doloso a homicidio con exceso de legítima defensa, que no es considerado grave, por lo que siguió su proceso en libertad tras pagar una fianza.

«Puedo ser el caso »Yalciri dos», pero con circunstancias muy diferentes», comenta Itzel con sus manos en el regazo y con la mirada fija en la pared. Reconoce que la presión que se ejerció a través de las redes sociales derivó en que las autoridades desistieran de presentar cargos por la muerte de su agresor.

La idea del video #EnDefensaPropia —que alcanzó 220 mil visualizaciones— surgió porque «fue la única manera que encontramos de protegerme», comenta la adolescente, quien gusta de tocar el piano y pintar al óleo.

Ella no pisó la cárcel como Yakiri, pues la muerte de Miguel Ángel «N», su agresor, fue en legítima defensa, por lo que fue eximida.

Finalmente, Mara descarta que las mujeres que sufren agresión sexual estén solas. «Me sentí así pero me tendieron la mano personas que no conozco», comenta.

Las dos piensan en el futuro. Mara quiere ser chef, mientras que Itzel desea ser policía o sicóloga para ayudar a otras víctimas. • Padres son un apoyo invaluable para víctimas.

 

El dicho «lo que no te mata te hace más fuerte», es la guía para el señor José Luis Rubio, padre de Yakiri, y María de la Luz, madre de Itzel, quienes luego de que sus hijas fueron víctimas de violación incursionaron en el activismo. El primero está concentrado en la defensa de los derechos de las mujeres y la segunda quiere involucrarse para ayudar a personas que pasaron por la misma situación.

Tres años y medio después de que Yakiri fue encarcelada por defenderse de su violador y causarle la muerte, el señor Rubio comenta: «Me sentí obligado a entrar al activismo en favor de la defensa de los derechos de las mujeres. Me siento tranquilo y a gusto, entrar a este mundo le dio sentido a mi vida, me ha dado la paz que me hacía falta».

Al respecto, María de la Luz indica que no hay espacio para el odio, pues «es un sentimiento que no te hace madurar, crecer, no te hace ayudar a otras personas que están pasando por la misma situación».

Los Rubio cambian de casa por seguridad, pero José Luis no vive con miedo, pues «eso ya se perdió hace muchísimo tiempo, este mundo no es para los cobardes, y si me llegan a reventar me iría en paz».

Ante ello, resalta la necesidad de formar una asociación sin fines de lucro para poder ayudar a todas aquellas mujeres víctimas de violencia: «Estamos conspirando en eso, en crear un grupo de activistas donde no haya jefes ni jefas, una colectiva donde todos estemos trabajando con sueldos, sin mayor interés que apoyar a las mujeres. De repente me siento limitado, me faltan recursos», sentencia.

Por implicarse en el activismo ha perdido «amigos», pues lo veían como un extraterrestre por cambiar su visión machista, y explica el también amante de la música salsa, que «es una broncota, es remar contra corriente», y eso lo vivió en carne propia cuando Yaki le dijo que era lesbiana «Para mí fue cabrón aceptarlo».

Imagínate, viene de un hogar tepiteño donde aquí somos bien machines pero hipócritas.
Aquí hay un grupo de gays muy famoso, Las Gardenias, que juegan fútbol y todos los admiramos y se hace el desmadre, pero nadie quiere tener uno en su familia. Los patitos son divinos, dice Polo Polo, pero de lejitos».

José Luis Rubio reitera que la lucha sigue y no ha terminado. Hace un llamado a quienes quieran apoyar para que se acerquen y formalicen el sueño de una asociación que apoye y aliente a las víctimas de agresión en un trayecto que no es fácil, donde los señalamientos machistas aún proliferan. Son las propias agraviadas quienes deben estar más unidas para enfrentar las adversidades, comentó.

Recuerden, si de una violación resultara un embarazo no deseado, gracias a la modificación en la NOM 046 es posible acceder a una interrupción legal del embarazo sin necesidad de acudir al MP, solo con la palabra de la mujer basta.

Con información de El Universal y El Universal TV

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