Tengo orgasmos durante el sueño como unas tres veces al mes, de modo que he pensado que ya era hora de compartir mi secreto con los demás.
Pasa como unas tres veces al mes. Es en esa especie de nebulosa tierra de nadie que hay entre el sueño y la vigilia, mientras me aferro a algún sueño vagamente erótico que no puedo precisar con exactitud, cuando siento que algo se está cociendo lentamente dentro de mí. Cuando me despierto, estoy teniendo un orgasmo.
Pero resulta asombroso. Según el Kinsey Report, en torno al 37 % de las mujeres experimentan orgasmos durante el sueño al llegar a los 45 años. Si tienes entre 20 y 40 años y todavía no te has despertado en un puro clímax, estás de suerte. La mayor incidencia de orgasmos nocturnos en mujeres suele producirse entre los 40 y los 50 años de edad (a diferencia de los hombres, que tristemente experimentan todas sus poluciones nocturnas durante la adolescencia y el inicio de la veintena, antes de ver cómo disminuyen rápidamente en la treintena).
«Es un poco como un regalo que te hace tu cerebro», afirma Jade, de 24 años, que solamente experimenta orgasmos durante el sueño cuando está atravesando una grave sequía sexual. «Mi vida sexual es cualquier cosa menos trepidante, a veces incluso me aburro tanto de no tener sexo que pierdo interés hasta en masturbarme, de modo que mi cerebro me recuerda que… ¡eh!, todavía puedo tener orgasmos». Cuando se encuentra en medio de una sequía de sexo, Jade puede llegar a experimentar hasta dos orgasmos nocturnos a la semana. A veces se masturba en sueños, pero a veces la cosa es sin manos.
Cuando era más joven y me sentía frustrada por no ser capaz de llegar al clímax a mi antojo como una estrella del porno, una de las estadísticas más alucinantes con que me encontré era que tan solo el 25 % de las mujeres tienen orgasmos de forma habitual exclusivamente mediante la penetración. Las mujeres son un poco más complejas en lo referente a venirse. Todo está en la cabeza, y no precisamente en esa cabeza.
Casi todas las mujeres saben que los orgasmos —o la falta de ellos— están vinculados a lo que les sucede a nivel psicológico. «Una serie de factores impiden con frecuencia que las mujeres experimenten orgasmos durante el sexo», explica la Dra. Debby Herbenick, profesora adjunta en la Universidad de Indiana, investigadora en el Kinsey Institute y autora de The Coregasm Workout . «Incluyendo no contar con información suficiente sobre cómo tener un orgasmo; tener un compañero desconsiderado o uno que no tenga a su pareja como prioridad, no dedicándole suficiente tiempo (durante la masturbación o el sexo oral, por ejemplo); preocupaciones sobre el aspecto corporal; etc.». Como sucede con el buen sexo, los orgasmos durante el sueño definitivamente no consisten en ir al lío con la mano hasta que algo pasa.
Por suerte, dado que están tan envueltos en autoconfianza, seguridad y en el propio cerebro, los orgasmos tienden a mejorar con los años. «Normalmente resulta cada vez más fácil llegar al orgasmo conforme se adquiere más edad y experiencia, y cuando las mujeres tienen sexo con parejas habituales que les hacen sentir queridas», afirma la Dra. Herbenick. «De ese modo, vemos índices de orgasmos más elevados en las mujeres que tienen entre 25 y 50 años».
Entonces, tiene sentido que pase lo mismo con los orgasmos durante el sueño. De hecho, el que puedas o no venirte durante el sueño normalmente no está relacionado con la cantidad de orgasmos que experimentas cuando estás consciente.
«Existen buenas razones para creer que los orgasmos durante el sueño no son, en realidad, resultado de la estimulación genital, sino que se crean en el cerebro,» escriben Barry R. Komisaruk, Beverly Whipple y Sara Nasserzadeh en The Orgasm Answer Guide. Diversos estudios también han demostrado que aquellas mujeres con lesiones en la espina dorsal que han provocado falta de conexión entre el cerebro y los genitales también pueden tener orgasmos durante el sueño. Básicamente, si tienes un clítoris y/o una vagina que funcionen, puedes llegar al clímax en sueños.
Los orgasmos pueden involucrar a casi cada sistema de nuestro cuerpo, pero están controlados en última instancia por el cerebro. Piénsalo: los hombres, durante su adolescencia, a menudo son incapaces de controlar sus erecciones. Pueden surgir en medio de la clase de historia o en medio de la noche. La excitación está controlada por su cerebro, más que por el contacto físico. Los orgasmos incontrolables durante el sueño se reducen conforme los hombres se hacen mayores y adquieren mayor control de sus orgasmos, tanto despiertos como dormidos, y su capacidad de llegar al clímax se convierte más en una respuesta corporal al contacto físico. En las mujeres, por el contrario, los orgasmos siguen siendo psicológicos. Nuestros orgasmos durante el sueño son cada vez más frecuentes conforme nos hacemos mayores y alcanzan su punto álgido después de los 40.
Aunque los orgasmos durante el sueño pueden ser un alivio para quienes nos encontramos en medio de una sequía sexual, resultan increíblemente frustrantes para quienes solo pueden venirse en sueños. Los foros y tableros de mensajes en internet están llenos de gritos de ayuda.
«Tengo un gran problema», escribe una mujer en un foro de eHealth. «Estoy en mitad de la treintena y nunca he tenido un orgasmo ni con mi hombre ni sola. Pero cuando me duermo, solo con un pensamiento en mis sueños puedo sentir un orgasmo tan intenso en mi clítorus [sic] o dentro de mí, o en ambos sitios a la vez, que me despierto de repente y me toco hasta que exploto».
El equivalente masculino más cercano probablemente es la eyaculación precoz, cuya causa última no está clara pero que ha sido vinculada a la ansiedad, la culpa o la depresión; de forma similar, la anorgasmia (incapacidad para llegar al orgasmo) en las mujeres se ha vinculado ampliamente a los mismos síntomas. A menos que se trate de un problema ginecológico o que estés tomando determinada medicación capaz de impedir que te corras (hola, antidepresivos), no hay mucho que puedas hacer aparte de ‘relajarte’. Cuanto más intentas venirte, menos lo consigues, lo que probablemente resulta tan molesto como cuando la gente te dice que encontrarás el amor si dejas de buscarlo. «No estoy familiarizada con ningún estudio sistemático o a gran escala que se haya realizado entre grupos de mujeres que solo tienen orgasmos durante el sueño y nunca durante la masturbación o el sexo en pareja», afirma la Dra. Herbenick. «De modo que nadie —yo incluida— puede explicar realmente la diferencia ni ofrecer soluciones».
Al principio resulta de ayuda que hayas tenido una buena cantidad de orgasmos, seguidos de una sequía repentina. La época de abstinencia puede durar unos días, unas semanas o el tiempo que haga falta hasta que pienses, «Oh, hace bastante que no me vengo», lo que sea para plantar esa semilla en tu mente.
En segundo lugar, es necesario que estés tumbada boca abajo. Ya, ya sé que hay libros que dicen que esto no tiene nada que ver con la estimulación genital, pero no está de más que haya algo ejerciendo presión en la zona, ¿no? Además se ha demostrado que dormir boca abajo provoca sueños eróticos (al parecer porque así es más probable que te quedes un poco falta aliento en algún momento), así que definitivamente merece la pena probarlo. En tercer lugar, tienes que estar cansada. Pero mucho. No hay pruebas científicas que atestigüen es to aparte del artículo que escribió Daisy Buchanan sobre sus orgasmos durante el sueño, pero su propia experiencia se parece muchísimo a la mía.
Finalmente, piensa en algo bastante caliente cuando te vayas a dormir. Esto no falla. Vuélvete loca, nadie te va a juzgar.
Si tienes suficiente suerte como para despertarte en medio de un orgasmo, también te aconsejaría que difundas la buena nueva. El hecho de que no hablemos de ello con nuestros amigos, novios, abuelos (estoy de broma, por favor, no hables de esto con tus abuelos a no ser que sean muy enrollados) significa que la gente no es consciente del inmenso gozo que podemos experimentar con nuestros cuerpos. Es posible que tu cerebro pueda hacer que te vengas sin que tu cuerpo haga nada de nada. Si eso no es un milagro de Navidad, ya me dirás qué es.
Con información de Vice.