Linda Gondelle, de VICE, nos presenta esta guía completa que examina todos los ángulos del sexo oral. Si eres muy sensible a estos temas, te recomendamos guardar discreción pues el lenguaje de la autora es abierto y coloquial.
Recuerda siempre usar condón o sábanas de látex para todas tu sesiones orales, el punto es protegerte del contagio de ITS. También recuerda realizarte pruebas de detección cada 6 meses.
Dar una buena chupada es un arte que no perfeccioné hasta que estaba entrada en mis veinte. Antes de eso estaba siempre confundida, generalmente borracha, y nunca entendía qué estaba haciendo mal. Estaba dispuesta, concentrada y tenía la actitud, pero también tenía la mandíbula mal alineada y bebía demasiado. Estaba en la prepa. ¿Qué iba yo a saber? Después conocí a Yves, el clásico novio mayor. Nació y se crió en Montreal y estaba acostumbrado a recibir las mejores chupadas de las «filles du roi» y esta chica de Ontario estaba decidida a quedar bien. Desde entonces he, y estoy citando, «gobernado», «dominado» y «paralizado» a algunos de los mejores pitos de este lado del Mississippi. Mi experiencia, combinada con un trabajo de investigación monumental para VICE, está a tu disposición. ¡Aquí vamos!
1) No gastes todas tus fichas
Antes de empezar esta discusión necesitas conocer tu presupuesto. Tienes unas veinte monedas de sexo en una noche cualquiera. Si gastas quince chupándosela, sólo le quedarán cinco para coger. Te sugerimos que dejes las mamadas para las mañanas y tardes, y cuando estés en tus días; ¿supongo que todavía quieres coger?
2) El maldito Dr. Diente
Tus dientes no existen. Lo mejor sería que estuvieran remojándose junto a la cama. Haz lo mismo que haces cuando te comes una paleta helada después de ir al dentista. Tienes que hacer una cueva con tu boca y usar tu lengua y el paladar para crear un pequeño vacío que lo mantenga alejado de tus dientes. Ten esto en mente todo el tiempo mientras se la mamas. Es muy fácil equivocarse, en especial si estás borracha. Un buen truco es cubrir tus dientes con tus labios como si fueran una guarda.
3) Concéntrate
La clave para dominar el pito es la concentración. Tienes que poner mucha atención mientras estés allá abajo. ¿Recuerdas cómo te tienes que concentrar para comerte un cono de helado sin manchar tu blusa? ¿Por qué crees que los aceites sexuales vienen en todos los sabores de helado posibles? Es un condicionamiento pavloviano, es para que te concentres y disfrutes cada que lo saboreas. Piensa que dar una buena mamada es como chupar un chupón.
3) Ten fe
No estamos hablando de hacer un trabajo a medias, o de chupársela hasta que se ponga dura para que luego te la metas. Eso es «hacer el amor». Si no te vas a entregar a su pito al 100 por ciento, mejor ni te molestes. Lo tienes que adorar como si fueras Indiana Jones y acabaras de encontrar el Templo Maldito. (Si adorar su pito te hace sentir vulnerable, quizá sea porque es un macho pendejo y se la estás mamando al tipo equivocado). Recuerda, hay una paradoja psicosexual en todo esto. Se la estás mamando y se la están mamando. Eres su esclava y al mismo tiempo tienes el completo control sobre su pito, eres una actriz que actúa y dirige su propia película.
4) El camino al sur
Antes de que te separes de su boca y te vayas para abajo, prepara la pista de aterrizaje con tu mano. Juega con él hasta que esté como piedra. Hazle saber que tendrá acción bucal pero no empieces hasta que esté listo para estallar.
Frota, frota, frota sus pantalones como si fuera un cachorro a punto de nacer. Jala su hebilla como si fuera tuya. Intenta no tardarte mucho en el cinturón, y está bien pedirle su ayuda. Pero que no te despidan antes de empezar la chamba. La comunicación es crucial porque, sin importar que tan mala seas, a los hombres se les complica decirle que no a una mamada. Asegurarte de que le esté gustando sin verte insegura es una de las partes más difíciles de chupársela.
Consejo: No la cagues con el cierre. Si lastimas su pene, se acabó. Jala el cierre hacia arriba y lejos de él, no lo bajes inmediatamente. Usa las dos manos si es necesario, si la tiene muy grande o no trae calzones.
Clave: Si sientes que está intentando controlar la aventura (si mantiene sus manos cerca o sobre tu cabeza), lee las señales y hazle preguntas sutiles. ¿Vas muy rápido, muy fuerte, muy suave, muy despacio? No quieres un mapa detallado ni una larga discusión, un simple «sí» o «mmmmm sí», es suficiente.
5) El parto
Desliza tu mano por sus calzones. El cachorro tiene miedo de nacer y necesita conocer tu mano para sentirse seguro y salir. Acaríciale los huevos unos cinco segundos (no lo hagas mucho tiempo o parecerás un espectro y eso no lo dejará relajarse).
Consejo: Si te empieza a agarrar la cabeza y a jalarte contra su pito, no quites su mano bruscamente. Sujétalo con cariño por la muñeca y pon su mano suavemente a un lado. Deténla ahí un momento como si dijeras: «Tranquilo, cariño, yo me encargo». Por cierto, ¿dónde conociste a este tipo?
6) Pon lo huevos a rodar
Hay alguien que no ha recibido mucha atención hasta el momento. Aquí es donde tu cara y tus manos tienen que calentar el asunto. Acaricia sus huevos con la mano que no usas para escribir. Pueden aguantar un poco de juego pesado, pero sólo si viene de tu lengua mojada. Busca sus pelotas con tu mano hundiendo tu cabeza entre sus piernas y métete una en la boca: mójala y escúpela. Que no te dé miedo empapar las cosas.
Vas a necesitar tu mano diestra para completar el círculo sujetando su palo. Recuerda que estará mojado por tu saliva y, más importante, que no tienes dientes. No puedes dejar de jugar: No tengo dientes, no tengo dientes, sólo tengo encías, labios y lengua. Sin dientes.
Tu boca se encuentra con tu mano en la base y con tu lengua recorras su pito, dejándolo más húmedo y caliente. El índice y tu pulgar mojados lo envuelven como una extensión de tu boca. Gime de placer. Esta es la imagen perfecta: tu boca abierta, labios en forma de ano sobre los primeros centímetros, tu lengua contra su pito, la mano diestra sobre el palo, y la sieniestra jugando con las bolas. Los dientes no están invitados.
Ya que entraste en acción, no quites tu mano ni tu boca de su pito. No le estás escupiendo. Estás buscando el ritmo. Quieres encontrar el equilibrio perfecto entre la humedad y la tracción. Sin besitos cariñosos; tu mano, lengua y mano van con todo. Toda la zona debe estar húmeda, engrasada como un motor que se está calentando.
Consejo: En algún momento, míralo a los ojos mientras metes su pito en tu boca. Recuerda que lo está filmando en su cabeza, y es material que puede usar para masturbarse en los próximos años. También se la puedes jalar un rato. Es un buen descanso para todos y la variedad mantiene las cosas interesantes.
7) Ritmo y movimiento
Por instinto, se empezará a mover. No dejes de moverte con él, pero agarra un ritmo ligeramente diferente. Es importante que no dejes que se empiece a coger tu cabeza. Controla los tiempos.
Tu mano debe formar un tubo, como una falda, alrededor de tu boca, tu pulgar y tu índice son el cinturón alrededor de tus labios. No dejes de lubricar y no te quedes estática. Tus otros dedos pueden acariciar mientras tu boca y tu lengua se ocupan de la punta. La punta es la parte más sensible del pene así que no gastes mucho tiempo en lo demás. Buscas un ritmo similar al de una canción de cuna a media velocidad. Nunca pierdas el ritmo ni la concentración de tu boca recorriendo las punta de su pene.
Para ahora, ya agarraste firmemente el mástil entre tus dos manos, es una maraña de dedos y saliva. Sube y baja, arriba y abajo. Tu boca en la punta, ahora métetelo hasta el fondo, sácalo y otra vez. Tus manos tienen que ayudar a la boca. La boca no puede sola.
Que tu objetivo no sea el orgasmo. No te crees expectativas. Este es el punto crucial cuando dadas una mamada, es cuando te familiarizas con su ritmo y tu boca se convierte en la pepa más talentosa del mundo, después de la tuya.
Consejo: Una vez más, míralo a los ojos. Te recuerda lo que haces y a quién se lo haces. Es un momento intenso y rompe el trance, si es que estás en uno. Los hombres saben cuando se las chupas para calentarlos y cuando lo haces para terminar rápido, y eso lastima sus sentimientos. Un poco.
8) La recta final
Algo pasa entre que se la mamas y alcanza el punto sin retorno. Sus bolas se endurecen y empiezana desaparecer. Adorable. Lo sabrás porque tu mano cucha está trabajando. Se estremece y su cuerpo se arquea hacia tu boca y sus gemidos se pueden tornar un poco más candentes. Ahora todo es más difícil y fácil a la vez. La mano diestra sigue jalando su pene hacia tu boca. Los dos trabajan juntos, aceleran el ritmo, pero sin perder el control. Los gemidos deben ser incontrolables en este momento. Se forma un vacío entre la mano y la boca, suben y bajan, mientras succionas tus cachetes. Hay una diferencia importante entre querer succionarle las entrañas y hacer un simple vacío con tu boca. El vacío es mejor. Succionar demasiado fuerte puede hacer que se convulsione.
Está tan duro que es difícil meterlo todo, pero intenta relajar tus músculos. Haz un pequeño «ahhh». Mueve tu mano y tu boca con más ardor. Varías los movimientos con tu boca, pero no pierdas el vacío. Usa tu mano buena para controlar el movimiento, y mantén tu boca firmemente sellada alrededor de su verga mojada.
9) La meta
Este es el momento. Aumenta la velocidad de tu boca y de la mano diestra. Haz que siente como le estás succionando un orgasmo. Hombres, se vale avisar que van a explotar, pero no sean unas estrellas de rock al respecto. Díganlo con ternura, como si estuvieran a punto de llorar y no saben por qué. (¿Quién es la perra ahora?) Tus manos están bien agarradas, y tu boca recorre su pito cada vez más rápido pero con un toque de persuasión. Empieza a moverte como si te la fueras a tragar, presiona tu lengua contra el mástil y relaja tus labios. Gime fuerte y grave anticipando el mejor orgasmo que hayas dado jamás.
Consejo: Si le está gustando tanto que se pierde en un final surreal que nunca termina, detente y deja que se la jale mientras le chupas las bolas. Eso garantiza que las cosas vuelvan a la realidad.
10) Manejando la explosión
Escupirlo quiere decir que lo quieres. Tragártelo quiere decir que lo amas. Hacer gárgaras con el semen te hace ver como una puta loca con enfermedades venéreas. A la mayoría no les importa donde acaba, pero hay formas de mantener las cosas sensuales y divertidas. Si le gusta, quizá se quiera venir en tu cara. Sólo es semen y confía en él. Tienen que terminar en algún lado y es bueno para tu piel. Donde sea que termine, límpialo rápido. Nadie se puede relajar y quedarse dormido todo pegajoso.
Consejo: Aprieta su perineo mientras se viene.
11) Tragar
Tragar es importante. Demuestra un amor y una aceptación que se ven reflejados cuando le toca bajar a él, durante el sexo matutino, y cuando estás menstruando. La forma más fácil es estar hincada y derechita entre sus piernas porque la gravedad ayuda a que no te ahogues y, si está suficientemente adentro, chorrea como una ostra. Te lo juro.
Importante: No te vas a contagiar de SIDA por tragar. Lo mejor es no lavarse los dientes antes ni después, sino relajarse. Todo está bien.
12) El después
Después de venirse, está exhausto y probablemente en otro mundo. No lo vas a recuperar. Déjale tu mano encima un rato, como la cobija que te ponen los paramédicos cuando estás en shock. Acuéstate mientras él se balbucea «puta madre» durante algunas horas y tú te quedas dormida. Deja que te arrulle.
Con información de VICE